COMUNIDADES DE FAUNA Y FLORA
Realizar un balance sobre la biodiversidad de esta Reserva de la Biosfera
constituye una ardua tarea, si lo que se pretende es realizar una aproximación
divulgativa y esquemática sobre la misma. Por este motivo se ha intentado
efectuar una diferenciación entre sus hábitats más característicos, como la
serranía y litoral volcánico, la llanura litoral y los fondos submarinos que
bañan a este entorno privilegiado. Existen "ecotonos", o zonas de transito en
los diferentes ecosistemas que conforman el área, donde la existencia de
elementos de la fauna y de la flora se solapan.
SIERRA Y LITORAL VOLCÁNICOS
La vegetación está adaptada a condiciones edáficas y de aridez climática
extrema, similares a la de espacios catalogados como desiertos. La Sierra de
Cabo de Gata se sitúa en la provincia corológica más árida de las once que se
distinguen en la Península Ibérica (Provincia Murciano-Almeriense, Sector
Almeriense). Sin embargo, su flora es una de las más ricas del continente
europeo, habiéndose catalogado más de 1.000 especies diferentes, con presencia
de un considerable número de endemismos de diversa distribución.
La vegetación que existía en el área antes de la intervención del hombre
(vegetación clímax o climácica) debió de estar compuesta por bosquetes de
palmitos, acebuches, coscojas, azufaifos, lentiscos
y matorrales de origen Norte africano, como el cornical o el arto.
Cornical (Periploca angustifolia) |
Arto (Maytenus senegalensis) |
La vegetación actual se caracteriza por la presencia, en las partes más altas de
la serranía, de una asociación endémica encabezada por dos especies vegetales,
la aulaga morisca y el matagallo, donde también abunda el
palmito, la única palmera originaria de Europa y que está intrínsecamente
ligada al paisaje de esta sierra.
En algunas zonas coincidentes con barrancos húmedos y zonas umbrías, como la
ladera Norte de Majada Redonda o el Barranco del Sabinar, abundan aún
lentiscos, acebuches, coscojas y jaras pringosas.
Camuflado en el suelo, al abrigo de alguna grieta o roca suele aparecer el
chumberillo de lobo. En 1826 el naturalista inglés Phillip B. Webb la
descubrió en la costa almeriense. Esta asclepiadácea, que por su aspecto
parece más un pequeño cactus, constituye un claro ejemplo de especie de
distribución ibero africana, apareciendo al Norte del vecino continente y en el
Sudeste Ibérico. En Andalucía, donde está catalogada como Vulnerable, sólo se
localiza en algunos arenales y roquedales costeros de Almería. Sus suculentos
tallos de forma prismática presentan diminutas hojuelas en las aristas y suelen
permanecer ocultos bajo piedras o matas leñosas, lo que junto con su color verde
manchado las hace pasar casi siempre desapercibidas. Las flores, de hasta 1,5 cm
de diámetro, son de color burdeos ralladas de tonos crema y se localizan en el
extremo de los tallos, pudiéndose observar desde abril hasta noviembre.
Al disminuir en altitud y, sobre todo, en zonas soleadas aparecen tomillares,
espartales y romerales, que sustituyen a las series anteriores. En
estas áreas escasamente cubiertas se concentran la mayoría de los endemismos,
auténticas joyas botánicas de la sierra; entre estos destacan la boca de
dragón (Antirhinum charidemi), la clavelina (Dianthus
charidemi) la hiel de la tierra (Teucrium charidemi)
y el gordolobo (Verbascum charidemi), todos ellos
exclusivos de la Sierra de Cabo de Gata.
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La Boca de Dragón del Cabo (Antirrhinum charidemi) es un precioso endemismo exclusivo de la Sierra de Cabo de Gata de la que recibe el nombre la especie (en el siglo II Tolomeo denominó a esta serranía Promontorium Charidemi). Descubierta en 1882 por el botánico danés J. Lange es una planta rupícola que crece sobre roquedales volcánicos cercanos a la costa, en altitudes comprendidas entre los 50 y 350 metros. Las llamativas flores, de corola rojiza y paladar amarillo, aparecen entre marzo y junio, aunque pueden ser observadas fuera de este período. Es una de las 24 especies de flora andaluza que aparecen catalogadas como en Peligro de Extinción según del Anexo I de Convenio de Berna; en este sentido, cabe destacar que en 1978 se realizó con éxito un refortalecimiento de su población lo que abre expectativas esperanzadoras para su conservación in situ. En el Catálogo Andaluz de Flora Amenazada y en Peligro de Extinción aparece en la categoría de especie Vulnerable.
La Clavelina del Cabo (Dianthus charidemi) es otro de los endemismos exclusivos de Cabo de Gata, donde llega a ser localmente abundante. Esta cariofilácea suele localizarse en valles y barrancos húmedos del interior del complejo serrano, aunque también puede encontrarse cerca de acantilados marinos. Su relación con estos suelos volcánicos es muy evidente, apareciendo en zonas donde es frecuente la presencia de dacitas y andesitas. Dentro de la flora andaluza se la considera como una planta Rara por su distribución tan localizada, aunque sus poblaciones actuales no parecen estar amenazadas. La floración se produce entre los meses de mayo y julio; la corola presenta cinco pétalos de color blanco rosáceo que la hacen inconfundible.
La Hiel de la tierra del Cabo (Teucrium charidemi), es una
Laminácea endémica de la Sierra de Cabo de Gata, aunque parece
extenderse hacia sierras próximas como Alhamilla y Cabrera. Planta de pequeño
tamaño de tallos profusamente lanudos, presenta los bordes de sus hojas
arrollados de su sobre su cara externa. Durante la floración, que tiene lugar
entre junio y julio, aparecen florecillas blancas que presentan un cáliz piloso.
Parece ser que han sido utilizadas tradicionalmente por los vecinos de la
comarca de Níjar para tratamiento de la brucelosis (“fiebres de Malta”). En el
Catálogo de Flora Andaluza se la clasifica como taxón Raro y como especie
Vulnerable dentro del Anexo I del Convenio de Berna. Asimismo, está incluida en
el Anexo IV-B de dicho Convenio, que se aplica a Especies de Interés Comunitario
que deben ser estrictamente protegidas. Su localización dentro de una Reserva de
la Biosfera debería garantizar por sí sola su protección in situ.
Abundan también endemismos distribución provincial como la siempreviva morada, del Sudeste peninsular como la jarilla blanca almeriense, así como numerosos elementos distribución íbero africana, como el arto.
La Siempreviva Morada (Limonium insigne) es un endemismo
español distribuido ampliamente por el Sudeste Peninsular que alcanza también
algunas localidades del Levante Ibérico. En Andalucía aparece ligado a las áreas
litorales de Granada y de Almería, siendo especialmente abundante en el desierto
de Tabernas, aunque también es frecuente en las costas más septentrionales y en
la Cuenca del Almanzora. Descubierta por Eugène Boergeau en 1851, en la
localidad almeriense de Vera, esta hermosa plumbaginácea aparece
constituida por un conjunto de tallos grisáceos, frágiles y de aspecto
retamoideo. Sus profundas raíces y su capacidad de soportar condiciones de
extrema aridez y de colonizar terrenos salinos le confieren un importante
carácter como protector del suelo frente a los procesos erosivos. Las llamativas
inflorescencias que aparecen durante la primavera están constituidas por un
tallo principal, rodeado de ramillas curvadas hacia abajo desde donde penden sus
características flores rosadas, formadas por cinco apretados pétalos.
Por su parte la
Jarilla Blanca Almeriense
(Helianthemum almeriense) es un pequeño matorral de 20 a 40 cm de
altura que posee un sistema "radicular" somero y poco profundo. Las flores
hermafroditas aparecen entre marzo y abril; su corola está formada por cinco
sépalos blancos y tiene un diámetro aproximado de 2,5 cm. La reproducción se
realiza a través de pequeñas semillas ovaladas. Este endemismo del Sudeste de la
Península Ibérica, aparece dentro de Andalucía en las provincias de Almería y de
Granada, siendo localmente abundante en las áreas litorales áridas de la
primera. Esta cistácea coloniza cualquier tipo de suelo excepto los
extremadamente salinos, desde el nivel del mar hasta cotas inferiores a los
1.000 metros de altitud.
Margarita marina (Asteriscus maritimus) |
Gurullos (Anabasis articulata) |
En los acantilados y roquedales marinos aparecen especies botánicas capaces de
soportar la falta de agua y la influencia marina (maresia) entre los destacan el
hinojo marino, el cambrón, la margarita marina
(Asteriscus maritimus)
o la
siempreviva azul, mientras que en las partes más altas de los mismos abundan
cornicales y gurullos (Anabasis articulata). Este
último taxón es una Quenopodiácea distribuida en el Sudeste peninsular
(Almería, Murcia y Granada), Norte de África, Arabia y Siria, donde ocupa pastos
desérticos sobre terrenos margosos. Es un arbusto muy ramificado de unos 30 a 50
cm. Las ramas aparecen articuladas en pequeños segmentos fácilmente superables
(de ahí su nombre científico), presentando diminutas hojas opuestas. Aparece
clasificada como taxón Raro dentro del Catálogo de Flora Andaluza.
Lagarto ocelado (Lacerta lepida)
La fauna serrana aparece mimetizada dentro del paisaje, pasando desapercibida
para el observador poco experimentado. Entre los reptiles, que encuentran en
estos hábitats áridos y templados un lugar óptimo para vivir, destaca por su
tamaño y belleza el lagarto ocelado (Lacerta lepida),
un saurio ampliamente distribuido por la Península Ibérica e islas españolas,
excepto en la zona septentrional - Cornisa Cantábrica y País Vasco-. Dentro de
la Cuenca Mediterránea se encuentra en el Sur de Francia y el Noroeste de África
e Italia. Las condiciones climatológicas del Sudeste ibérico son óptimas para
este lacértido que se distribuye por casi toda su geografía, desde la costa,
hasta las cumbres alpinas de Sierra Nevada –donde se encuentra la subespecie
nevadensis-, llegando a vivir en cotas superiores a los 2.000 metros de
altitud. Es un lagarto grande y robusto que puede llegar a alcanzar los 65 cm.
de longitud, de los que casi dos tercios corresponden a su larga cola. Su
coloración, verde amarillenta, puede variar de unos a otros individuos, aunque
lo más notable es la presencia de varias hileras –de dos a cuatro- marcadas por
grandes ocelos de color azul –de ahí su nombre común-. Coloniza diversos
hábitats naturales y artificiales –cultivos-, prefiriendo entornos secos y
soleados, donde abunden matorrales o roquedales que le ofrezcan protección ante
sus predadores naturales. Entre estos últimos destacan varias especies de aves
rapaces –milanos, águilas calzadas, perdiceras, culebreras, azores, etc. e
incluso otros reptiles como la culebra bastarda, capaces de enfrentarse a este
saurio dotado de fuertes garras y mandíbulas, y con una velocidad que lo hacen
una presa difícil. Cuando se ven atrapados la cola se autotomiza –se desprende-
y permanece “viva” durante algunos minutos llamando la atención del predador de
turno y dándole la oportunidad de escapar del mismo. Esta característica, junto
con la capacidad de regenerar esta parte de su cuerpo es propia de otros
saurios. La cópula se produce mediante una lucha ritualizada, y la hembra
entierra bajo los huevos –hasta 20 o más- que eclosionarán a los tres meses. Los
individuos adultos son omnívoros, aunque la parte fundamental de su dieta está
compuesta por insectos grandes -saltamontes y grillos- o caracoles a los que
localizan rastreando meticulosamente su territorio. Ocasionalmente también
pueden cazar micromamíferos, así como pollos y huevos de aves. Durante la
primavera y el otoño buscan ávidamente lugares soleados para acumular las
energías suficientes, aunque cuando la radiación es excesiva, sestean en lugares
sombreados.
El Lagarto ocelado es una especie estrictamente protegida que aparece incluida
en el Catálogo Nacional de Especies Protegidas –desde 1980- y en el Convenio de
Berna –1979-, entre otros.
Lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) |
Culebra de herradura (Coluber hippocrepis) |
Sapo corredor (Epidalea calamita) |
Más pequeñas, pero mucho más ágiles son las lagartijas como la
cenicienta, la ibérica y la colirroja, esta última ligada
principalmente a los arenales costeros. El eslizón ibérico, de diminutas
extremidades, parece una pequeña culebra aunque está más emparentada con los
lagartos. La víbora hocicuda es el único reptil de picadura ponzoñosa
existente en la provincia; de pequeño tamaño y con un característico “zig – zag”
de color oscuro sobre su espalda, permanece escondida a la sombra de los
matorrales durante el día, esperando el paso de algún incauto ratoncillo. Más
abundantes son las inofensivas culebras como la bastarda, la de
herradura, la de escalera o la coronela meridional,
auténticas expertas en la predación de huevos y pollos de aquellas especies de
aves que nidifican en el suelo. Las lluvias torrenciales y la formación
consiguiente de pequeñas charcas, suelen producir la eclosión masiva de los
huevos de algunos anfibios, como el sapo corredor y el común que
comienzan entonces un nuevo ciclo de vida, mientras que la rana común se
refugia en balsas y aljibes abandonados.
Gineta (Genetta genetta) |
Zorro (Vulpes vulpes) |
Los mamíferos suelen ser escasos en las zonas áridas, aunque hay que destacar la
presencia del omnívoro jabalí que, frente a la ausencia de predadores
naturales, ha incrementado notablemente su población. Escondidos en la serranía
se hallan el tejón y otros hábiles predadores como la gineta, la
comadreja y el zorro que controlan la población de micromamíferos,
como el ratón de campo, la musaraña, el topillo común o el
lirón careto. Las cuevas y minas abandonadas constituyen el refugio
adecuado para varias especies de murciélagos.
Búho real (Bubo bubo) |
Mochuelo común (Athene noctua) |
Collalba negra (Oenanthe leucura) |
Collalba rubia (Oenanthe hispanica) |
Camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus)
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Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) |
El grupo más abundante y rico de vertebrados terrestres es el de las aves. Las
águilas perdiceras, colonizan algunos barrancos de la serranía donde
cazan reptiles, conejos, liebres y a otras aves como la perdiz. Aún
nidifican en la sierra rapaces amenazadas como el halcón peregrino, el
búho real y la lechuza común, siendo las más abundantes de la zona el
cernícalo vulgar y el mochuelo común que, aunque de carácter
nocturno, puede observarse fácilmente durante el día dentro de sus territorios
de caza. Los pequeños pájaros están ampliamente representados,
destacando algunas especies íbero africanas como las collalbas negra
y rubia que nidifican en pequeñas oquedades, construcciones abandonadas o
en el mismo suelo. Otra insectívoras nidificantes son la golondrina común
y la dáurica que, en ocasiones, comparte con algunas especies de
murciélagos las galerías de antiguas minas abandonadas donde instala sus nidos.
Los camachuelos trompeteros, habitantes de los oasis saharianos, abundan
durante el invierno y han
nidificado en la sierra durante los últimos años. También crían otros
paseriformes entre los que pueden citarse el pardillo común, el
triguero, el verderón común, el jilguero, la curruca
cabecinegra o el roquero solitario. En los acantilados e islotes
costeros, se asientan importantes colonias nidificantes de gaviota
patiamarilla y ocasionalmente algunas parejas de cormorán moñudo, no
siendo rara la presencia del paiño común, el ave marina más pequeña de
Europa. Durante el invierno suelen observarse otras especies pelágicas como el
alca común, el frailecillo, alcatraz común, las gaviotas
sombría y de Audouin, el cormorán grande y las pardelas
cenicienta y pichoneta, entre otras.
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