La presencia romana y el mausoleo
Posteriormente se
convierte en el municipio romano de Alba, mencionada en la Geografía de
Ptolomeo y en el Itinerario Antonino (290), y que era lugar de descanso de
viajeros en la vía de Cástulo (Linares) a Málaga a través de Acci (Guadix),
Urci (Almería), Murgis (El Ejido) y Abdera (Adra). De este rico pasado como ciudad indígena estipendiaria, perduran diversas lápidas, especialmente el pedestal de Avitiano, un bloque de piedra arenisca situado junto a la fachada de la ermita de San Antón, en lamentable mal estado, pero que nos recoge en su inscripción el homenaje de Abla al afamado tribuno Lucio Alfeno Avitiano. Tras la Reconquista se le colocó una cruz de hierro, imprimiéndole un carácter religioso que ha permitido su conservación hasta hoy en día.
Pero el símbolo más
conocido es el mausoleo o torre funeraria romana del siglo II, de planta
cuadrada de 4,8 m de lado, sepultura de un importante ciudadano.
Interiormente presenta
dos partes diferenciadas: la cripta inferior dedicada a sepultura, y la cámara
ritual con banco corrido y dedicada al culto religioso, con la novedad técnica
de una bóveda de arista.
La iluminación se
realiza mediante dos óculos y quizás tuvo una decoración interior con escenas y
paisajes de carácter funerario. La imagen exterior dista mucho de la original,
pues ha perdido la cámara funeraria y se accedería mediante una escalinata
situada en el Sur, hoy enterrada. A partir del siglo IV será reutilizado como
vivienda y desde el siglo XVI se convierte en Ermita de San Sebastián hasta
cercanas fechas. Esta funcionalidad religiosa lo ha preservado de la
destrucción. El recuerdo
hispanomusulmán
De la civilización
hispanomusulmana tenemos abundantes referencias documentales y literarias, pero
el resto material más destacable es la Fortaleza, situada en lo alto de la
ladera donde se sitúa el pueblo. Estaba levantada estratégicamente para
controlar esta vía de comunicación al interior y en relación visual con el
Castillejo de Abrucena o la Alcazaba de Fiñana. Hoy sólo queda el aljibe,
abundantes restos de cerámica árabe y la denominación toponímica de la barriada
de «los castillos», a la espera de una excavación arqueológica que recupere
esta memoria perdida.
Huella de esa
presencia hispanomusulmana es el propio urbanismo del casco antiguo, en un
diseño concéntrico de calles paralelas a las curvas de nivel y otras
transversales, creando un diseño en cascada que desciende de la loma del
«barrio de los castillos». Esta zona contrasta con el urbanismo cristiano de
las zonas más bajas. La Ermita de los Santos Mártires. La Edad Moderna y el mundo martirial
Esta tradición
cristiana y martirial enlaza con los Santos Varones Apostólicos que evangelizan
la España romana, pues uno de ellos, San Segundo, se instaló en Abla. El
complemento de esta fe cristiana son las abundantes ermitas (de las Maravillas,
San Roque, San Juan) que jalonan el municipio, además de cruces y hornacinas,
testimonio de una marcada religiosidad popular.
Estas ermitas suelen
ser sencillas construcciones formadas por una nave rectangular, unida mediante
arcada al presbiterio, pudiendo ser la cubierta plana con “terrao” o abovedada.
La imagen del santo se coloca en una hornacina sobre el altar. Al exterior una
simple fachada encalada y remate con espadaña coronada con una cruz. La fecha
de edificación es incierta, pero podemos situarla entre los siglos XVI y XVIII. La iglesia de La Anunciación
El primitivo templo
parroquial fue levantado a mediados del XVI por el albañil Francisco Lorenzo
con un esquema de una sola nave y capilla mayor diferenciada. Posteriormente, y
ante el lamentable estado que presentaba tras la rebelión morisca de 1568, las
familias pudientes la amplían en el siglo XVII con capillas laterales para
enterramiento, y al perder estas capillas su carácter privativo en el XIX y
comunicarse entre sí, la iglesia aparenta hoy una estructura de tres naves.
Entre las capillas laterales destaca la de la Virgen de los Dolores,
perteneciente a la familia de los Bazanes, cuyo escudo de armas se sitúa en la
clave del arco de acceso y que servía como panteón familiar. Alberga un retablo
con el camarín de la Virgen y la cubierta es una bóveda de media naranja sobre
pechina y rematada por una linterna octogonal. Recientemente ha sido
restaurada.
Destaca especialmente
la armadura rectangular de limas moamares de la nave central, con tirantes
dobles y cuadrales en las esquinas, mientras que el altar mayor muestra una
bellísima armadura ochavada con almizate y una rica decoración de estrellas de
8 puntas y lazo de 4. En definitiva es una de las joyas de la arquitectura
mudéjar de la provincia de Almería.
Sin embargo durante la
Guerra Civil fue convertida en sala de cine y perderá gran parte de la riqueza
artística mueble: órgano, archivo, retablo, cuadros, imaginería, una pérdida
irreparable para la memoria histórica y cultural de la localidad.
Posteriormente se reformó con una decoración seudobarroca.
Destaca en el exterior
y junto a la torre–campanario recientemente reconstruida, un relieve con la
representación de un templo romano (una fachada con columnas cubierta por un
frontón), cuyos restos pudieran perdurar durante el siglo XVII (incluso
pudieran estar bajo el solar de la iglesia) y quizás en memoria permanente de
los santos Apolo, Isacio y Crotato. |