5.3.
ESCÚLLAR. LA ARQUITECTURA DE LA PIZARRA
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La
vivienda tradicional presenta unas soluciones arquitectónicas y formas
resultantes determinadas por tres parámetros:
las
necesidades a cubrir, las influencias culturales y los materiales
disponibles. Este último condicionante es especialmente significativo en
la comarca de Nacimiento pues encontramos soluciones constructivas y
tipologías diferenciadas según la zona de la comarca en que nos
encontremos. El rasgo más distintivo de estas tipologías tradicionales
es su cubierta, y en función de ésta podemos distinguir entre viviendas
con aleros, viviendas con terrados y viviendas cueva.
Pero la
más llamativa de estas viviendas es la construida con aleros de negra
pizarra, y aunque los nuevos materiales se van imponiendo, en Escúllar
queda una muestra lo suficientemente representativa para que podamos
disfrutar de esta arquitectura tan genuina y singular, si bien el
encalado que se ha impuesto recientemente ha tornado en blancas las
negras fachadas originarias.
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Cubiertas de pizarra en Escúllar
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Escúllar se articula
en torno a su calle Real, de trazado largo y horizontal, donde se cruzan en
perpendicular los empinados callejones que ascienden hasta la parte alta, donde
se sitúa la zona de eras y pajares, lugar privilegiado para observar la trama urbana
y las cubiertas de aleros. Desde este punto podemos apreciar también el puente
ferroviario sobre la rambla de Escúllar, con su estructura metálica soportada
por altos y esbeltos pilares.
En cuanto a las eras
agrupadas, aquí encontramos el mejor ejemplo conservado de la comarca. Estas
curiosas agrupaciones de eras y pajares son habituales en esta zona de
Filabres, pero aquí las eras no son comunales y compartidas por toda la
población, sino que cada clan familiar dispone de su propia era. Se ubican siempre
en un alto abierto a los vientos y cada era lleva asociado un pajar.
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Destrucción paulatina de la
arquitectura popular |
La
arquitectura negra
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Está
asociada a los suelos de pizarra, por lo que se extienden por la ladera
sur de Filabres y en menor medida por las estribaciones de Sierra
Nevada. Su mimetismo con el negro paisaje que las circunda es tal, que
en las pequeñas aldeas conservadas de la sierra resulta difícil
distinguir las cortijadas del entorno.
El
elemento distintivo es la llamativa cubierta inclinada de aleros de
pizarra, perfectamente colocados a la manera de las escamas de un gran
pez, de tal manera que la pieza superior monta sobre la inferior y la de
la izquierda sobre la derecha. La cubierta dispone así de dos
pendientes, una hacia la calle y la otra hacia un lateral. Los muros se
construyen a base de abundante piedra perfectamente unida y encajada por
cascotes con algo de barro como aglomerante. En la vivienda aislada
predomina la planta única, pero en los núcleos de la sierra, la
pendiente natural las hace superponerse de tal manera que se entra a pie
llano a dos o tres plantas. Los omnipresentes aleros sirven techar,
ensolar, hacer vasares y lejas, construir trojes e incluso como
cerramiento de los pequeños ventanucos.
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Típica figura humana incrustada en el
muro de pizarra
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Las
puertas de entrada son anchas para permitir el paso de la caballería,
que pernoctaba en la cuadra integrada en la vivienda. En los lugares más
altos, la entrada a la casa se hace por un porchado a cubierto de la
lluvia y nieve, donde se dejan los aperos de labranza, se trabaja o se
descansa. Bajo este porchado se suele ubicar la puerta del corral.
La
habitación principal es la cocina, siendo los dormitorios pequeños y con
escaso mobiliario. Otras estancias son la solana o secadero, abierto al
mediodía y cubierto; la fresquera, ubicada en una habitación interior
protegida de las oscilaciones térmicas, y la cámara o almacén situado en
alto. Pegado a la vivienda se encuentra el horno, también de piedra y
con apertura al interior.
En este
entorno destacan los corrales de la sierra para guarecer el ganado
trashumante. Son recintos cuadrangulares murados, divididos generalmente
en dos espacios exteriores y dos interiores. Se cubre con aleros y en
sus muros suele incrustarse una típica figura humana de origen
ancestral, confeccionada de blancos guijarros para destacar del negro de
la pizarra. |
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Tejado de aleros |
Las viviendas
con terrados
Este tipo de cubierta
se extiende por el sur y levante provincial, Campo de Tabernas, Alto Almanzora
y la Alpujarra. En el río Nacimiento predomina en todo el valle, mezclándose
con los aleros de pizarra en las estribaciones de Sierra Nevada.
La vivienda del valle
se parece más a la costera con volúmenes cúbicos, compactos y funcionales, con
abundancia de barro como aglomerante y empleo de cal en las fachadas. Predomina
la planta baja con pequeños ventanucos y la orientación al sur.
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En el Bajo Nacimiento
podemos encontrar una variante, especialmente en la vivienda aislada, en la que
un gran porche intermedia entre el campo y la calle. Este porche protege del
sol y sirve para la realización de trabajos agrícolas, especialmente de los
derivados de la uva. Los porches pueden ser adintelados o arcuados, pero
predominan los últimos, a semejanza de los del Bajo y Medio Andarax. En
general, la sustentación de las cubiertas se hace con troncos, generalmente de
árboles de ribera, y encima un entramado de caña, broza y finalmente la launa.
Conforme ascendemos en
altura la cubierta de alero empieza a competir con el terrado, existiendo
aldeas con ambos sistemas de cubierta. Finalmente se impone el alero, más
abundante, duradero y estanco. Uno de los ejemplos más espectaculares de
transición corresponde a Rambla Encira, una antigua barriada despoblada y
situada sobre el pueblo de Nacimiento.
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Techos de launa y muros de pizarra en
Los Milanes (Abla)
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En los núcleos de
población como Fiñana y Abla, además de la casa descrita anteriormente,
predominaba el modelo de dos plantas con entrada empedrada con acceso al
corral, patio interior y escaleras. Junto al patio queda una bodega o
fresquera. En la planta alta la cocina se orienta al sur y los dormitorios
quedan en el interior con vistas al patio. Las paredes son gruesas, de barro,
piedra y paja. Los techos intermedios se sustentan con maderos sobre los que
sitúa el cañizo y el alero que sirve de piso. La cubierta se cubre con launa
soportada también por maderos y cañas.
Conforme ascendemos en
altura la cubierta de alero empieza a competir con el terrado, existiendo
aldeas con ambos sistemas de cubierta. Finalmente se impone el alero, más
abundante, duradero y estanco. Uno de los ejemplos más espectaculares de
transición corresponde a Rambla Encira, una antigua barriada despoblada y
situada sobre el pueblo de Nacimiento.
Estas viviendas se
agrupan siguiendo una trama urbana característica, donde una larga calle
principal con escasa pendiente divide el pueblo. Por arriba y abajo alguna
calle paralela de menor entidad, unidas en perpendicular por estrechos y
empinados callejones que descienden hacia la vega o cauce. Las casas van
aumentando de tamaño, altura y ornamentación conforme se acercan a la plaza
principal. El conjunto, desde lejos, se observa denso y blanco, con volúmenes
cúbicos rematados por cubiertas planas entre los que destaca la figura de la
iglesia. |
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Porche y solana en Alboloduy |
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Las viviendas
cueva
Presenta una
significativa implantación en el Bajo Andarax y va descendiendo su uso conforme
subimos el curso del río. Podemos encontrar ejemplos en las poblaciones de
Alhabia, Santa Cruz y Alsodux y excepcionalmente en la parte alta del valle,
sobre todo en Fiñana, próxima ya al área troglodita accitana, la mas
significativa en España.
Las cuevas, al
contrario que las casas, no están sujetas a ningún tipo de planificación, sino
que el propietario, de acuerdo con sus necesidades, las va ampliando mediante
la excavación de nuevas estancias.
La fachada de la cueva
se suele adecentar o asegurar con muros de obra que, una vez blanqueados y
decorados con vegetación, le imprimen una imagen agradable y singular. En
ocasiones a la cueva interior, se le añaden estancias exteriores y un porche
con arcadas conformando una vivienda mixta funcional y estética.
Aparte de su bajo
coste y facilidades de ampliación, la cueva presenta la ventaja añadida de la
isotermia, que apenas oscila de los 19 grados centígrados, lo que la hace especialmente
práctica en áreas con temperaturas extremas.
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Interior de una casa cueva |
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