5.5.
ABRUCENA. AGROINDUSTRIAS TRADICIONALES
Los últimos artilugios
ligados a la agroindustria tradicional han estado funcionando aquí hasta hace
unos pocos años y quedan todavía algunos de ellos en buen estado de uso.
Destacamos los molinos de agua de la ribera del río, las prensas de los
jaraíces en el Bajo Nacimiento y las almazaras, es decir, los instrumentos para
conseguir pan, vino y aceite, los tres alimentos básicos de la cultura
mediterránea.
Los molinos
de agua
El mecanismo de un molino
Los dos grandes
sierras que enmarcan el río Nacimiento le proporcionan suficientes recursos
hidráulicos para mover los abundantes molinos de agua. Algunos, como los
beneficiados por los derrames de Sierra Nevada, no tienen que recurrir a
embalses ni grandes saltos de agua y son capaces de mover dos piedras a la vez.
Todos los pueblos del río jalonan sus cauces con molinos escalonados, visibles
por los acueductos que se dirigen al cubo o parte alta del molino.
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En los molinos del
valle todo es mimetismo.
Las pizarras del
entorno con las que se construyen y la masa verde que se genera a su alrededor
les hacen confundirse con el paisaje húmedo que los circunda. El runruneo de
sus piedras queda ahogado por el sonido del agua al caer y el olor a harina
recién molida se acaba difuminado entre los aromas del humedal. Junto al molino
destacan los canales, el embalse, el lavadero de grano, el secadero, y, en
época de molienda, el ajetreo de bestias que van y vienen cargadas de sacas de
harina o cereal.
Podemos encontrar
molinos en todos los pueblos del valle, destacando los situados en Alboloduy,
los del tramo de la Heredad a Fiñana (constituyen la denominada Ruta de los
Molinos), o en Abla, el conservado molino de los Hernández y el acueducto del
molino de los Arcos, en el paraje de Las Juntas, cuya protección obligó a
modificar el trazado de la A92 y está incluido en el Catálogo del Patrimonio
Histórico Andaluz.
Pero es en Abrucena,
al comienzo de la significativa calle del Agua, donde se encuentra el único
molino de nuestra provincia que aún resiste en funcionamiento de manera
habitual. Es el molino del Partidor, llamado así por estar situado sobre el
punto donde se parten las aguas de la sierra en una proporción de 2/3 para
Abrucena y 1/3 para Abla (pueblos enfrentados históricamente por litigios de
aguas). La abundancia de agua, la calidad de la molienda y el tesón del
molinero mantienen viva esta reliquia que ha traspasado el umbral del siglo XX
para llegar intacta al s. XXI. Todo su mecanismo mantiene la maquinaria
tradicional y la técnica de la molienda sigue las pautas seculares. |
Interior del molino del Partidor,
actualmente en funcionamiento |
Otros molinos de este
entorno de Abrucena ya han sucumbido al tiempo y la competencia. Entre ellos
destacan los molinos de Brefalmo, Oliveros, Amos, Melguiza, Somatén, Saltaero,
Elviras o Carrera, Partidor y Balsilla. Un tipo muy particular
es el molino para moler corcho para envolver la uva de embarque.
El tipo de molino de
la zona es el llamado de rodezno de rueda horizontal. El agua que mueve la
rueda motriz se deja caer desde el cubo y entra por una embocadura estrecha o
saetillo, haciendo girar una rueda horizontal o rodezno, que lleva unas palas
para recoger la energía. Esta rueda, situada en los bajos del molino, transmite
su giro mediante un eje a la piedra volandera, que se encuentra en la cámara
superior, realizando su rotación sobre una piedra estática o solera. Una tolva
situada sobre ella va introduciendo el grano, triturado por el rozamiento de
las piedras y que ya molido va cayendo en un depósito o harinal. La entrada del
agua, la separación entre las piedras y la caída del grano, se pueden graduar
mediante reguladores. |
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Acueducto para el molino de Las Juntas |
Las piedras se
desgastan y regularmente hay que levantarlas para picarlas, utilizando para
ello una especie de grúa llamada cabria. Estas pesadas piedras, una vez
extraídas de la cantera, se subían en un carro y se acercaban al molino,
colaborando otros molineros en el pesado transporte. La familia molinera vive
en el edificio del molino y el oficio se transmite de padres a hijos.
Es pues un artificio
mecánico de funcionamiento sencillo pero muy preciso, que supone el control y
aprovechamiento específico de la fuerza del agua. Ha sido un elemento
habitual de las comunidades rurales hasta hace unos pocos años.
Jaraíces.
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Detalle del tornillo del jaraiz de
Enrique Ibáñez en Alboloduy |
Reconstrucción del funcionamiento de
un jaraiz |
Son los
lugares donde se lleva a cabo el proceso de conversión de la uva en
vino, por lo que la abundancia de viñedos (sobre todo durante los dos
primeros tercios del s. XX) en la comarca los hace imprescindibles,
destacando los de Alboloduy, Nacimiento y Abrucena.
Una vez
pisada y macerada la uva se hace necesario prensarla, siendo la prensa
de viga y tornillo el instrumento tradicional más empleado, cuyo origen
se remonta al menos a las prensas vinarias romanas de viga y contrapeso.
El mecanismo consiste en una larga y pesada viga de unos seis metros que
a modo de palanca invertida va exprimiendo la uva colocada entre
capachos apilados. La potencia se ejerce en el extremo mediante el
atornillamiento de la viga que va sujeta en el lado opuesto y vence la
resistencia ofrecida por el hollejo o uva procedente de la pisada a pie.
Actualmente existen numerosos jaraíces o bodegas en casa particulares,
en los que se emplea una prensa mecánica doméstica.
Sin
embargo las grandes prensas de viga han ido desapareciendo por falta de
uva o han sido sustituidas por prensas mecánicas de jaula parecidas a
las empleadas en las almazaras. Una de estas últimas prensas de viga se
encuentra en Alboloduy
Almazaras
Para molturar la aceituna
y convertirla en aceite se han empleado tradicionalmente molinos de rulos
movidos por burros o por la fuerza del agua al caer, luego sustituidos por el
motor y la energía eléctrica en las actuales almazaras. El extenso olivar que
cubre las vegas de Fiñana, Abla y Abrucena ha dado lugar a numerosas almazaras,
también llamadas molinos de aceite.
Su número va en
aumento de tal manera que en el s. XX llegaron a funcionar, sólo en Abrucena,
ocho almazaras. La mayoría se movieron por fuerza animal, pero al menos una, la
denominada Almazara del Río era hidráulica.
Estas almazaras
fueron: del Rubio, de Campillo, del Río, de los Enriquez, de la Balsilla
(tambien fue molino harinero), Llebreses, Ruices y Henchidero.
La almazara del
Henchidero situada en la tradicional c/ del Agua o Queipo de Llano mantiene aún
los elementos de molturación y trojes conservados, aunque parte del edificio
amenaza ruina.
Encontrar muestras de
este tipo de patrimonio etnológico resulta hoy en día sorprendente por lo que
su recuperación constituiría un valioso referente.
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Reconstrucción de la almazara del
Henchidero (Abrucena) |
En este sentido, a la
entrada del pueblo en la calle Balsillas se encuentran expuestos el aparejo de
rulos de una de estas almazaras. Actualmente y fruto de esta tradición
olivarera, queda en funcionamiento una almazara ya mecanizada.
Abrucena
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Su bella imagen de
caserío blanco se recorta en la umbría de Sierra Nevada, en un terreno abrupto
que parece anticipar las cercanas cumbres nevadas.
De su pasado medieval
perduran los restos de las murallas de El Castillejo, una fortaleza
estratégicamente situada en un promontorio que domina el río y el camino que
iba de Guadix a Abla y Almería.
Se menciona la posibilidad de que se levantara
sobre los restos romanos de la antigua Lauricena, pero en realidad sólo quedan
unos lienzos de muralla con 4 torres y un aljibe, este de cerca de 30 m 2 , con una base de
tapial, fábrica de pizarra y cubierto con bóveda de cañón.
La reconquista
cristiana de 1489 implica la implantación de un nuevo orden con la repoblación
y el repartimiento, y de esta época y como seña de identidad es la iglesia de
la Anunciación, comenzada en la 2ª mitad del XVI pero con numerosas
intervenciones posteriores. |
Vista al atardecer |
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