ANDESITA
La
andesita es una roca magmática efusiva cuyos componentes
esenciales están constituidos por plagioclasas y biotitas.
Como elementos accesorios, que pueden formar parte de su
estructura, destacan cuarzos, hornblendas, piroxenos y vidrios
volcánicos y entre los elementos accidentales pueden citarse
los óxidos de hierro, el olivino, la ortosa y la anortoclasa.
La
coloración varía en función de las diferentes
proporciones que representan los elementos que la
componen. Suele prevalecer el pardo negruzco o verdoso,
especialmente si en la masa de fondo predominan las
formaciones cristalinas. La textura es marcadamente
porfírica,
en la que la plagioclasa y la biotita destacan como una
masa cristalina, o bien como un grano sumamente fino,
formado por plagioclasas anedrales estrechamente en
contacto y sólo localmente isoorientadas en forma
fluida. Presentan una estructura densa, a veces con
cambios bruscos en la textura y en el color.
Aparece
ligada a regiones con una importante actividad tectónica y
asociada con basaltos, en forma de coladas de lava y de domos.
A nivel geotectónico, destaca la denominada “línea de las
andesitas”, formada por millares de volcanes y que circunda
por completo al Océano Pacífico. Las andesitas proceden de
la fusión a gran profundidad de sus componentes principales,
seguido de un rápido afloramiento a la superficie a través
chimeneas volcánicas. El magma basáltico primordial es, a
menudo, contaminado por materiales continentales siálicos,
que generalmente han sufrido cambios en su composición química
a causa de la presión del agua a la que se han visto
sometidos. Entre los volcanes andesíticos más importantes
destacan los situados en la Cordillera de los Andes en Sudamérica
y los Centroamericanos, así como los situados en las Islas de
la Melanesia, Japón e Indonesia. Merecen señalarse también
el de Elburs en Persia y el de Tauro en Turquía, que se
prolongan por el Egeo y la Transilvania rumana.
Dentro
del ámbito mediterráneo, destacan las formaciones volcánicas
italianas como las de la Isla de Lípari y algunas lavas de
los Colli Euganei que son de naturaleza andesítica - micáceo
- anfibolítica, mientras que los de la Isla Eolia, parte del
Etna y de la Cerdeña septentrional y central son piroxénicas.
En la Península ibérica destaca el complejo de Cabo de Gata
que presenta un vulcanismo de tipo calco - alcalino, con
abundancia de andesitas - anfibólicas, andesitas - piroxénicas
y andesitas anfibólicas - piroxénicas. La fácil disgregación
de este tipo de materiales ante los agentes erosivos provoca
el desarrollo de curiosas esculturas pétreas, como las
“olas de piedra” que aparecen en la playa de Mónsul y en
diferentes zonas de este litoral volcánico.
Al
volcanismo andesítico están ligados los denominados “porphyry-copper-ores”,
que constituyen una de las máximas fuentes mundiales de
cobre. La cadena de las andesitas es un importante indicador
geológico para la reconstrucción de áreas de contacto o
geosuturas. Localmente suelen aprovecharse también como
material de construcción.
BENTONITA
Arcilla
de color blanco, amarillento o verde amarillento, formada por
montmorillonita, restos vítreos y cristobalita. Las
bentonitas se originan en un proceso de alteración de las
cenizas volcánicas, con desvitrificación de éstas y
cristalización de la montmorillonita. Una de las características
más importantes de las bentonitas es su propiedad de aumentar
varias veces de volumen al ser sumergidas en agua, dando lugar
a geles tixotrópicos. Los yacimientos de bentonitas más
importantes que se conocen, se sitúan en los de EE.UU., Canadá,
Alemania y Rusia. Dentro de la Península Ibérica, destacan
los yacimientos de la Sierra de Cabo de Gata y de la Serrata
de Níjar, que se explotan en forma de canteras a cielo
abierto.
La
bentonita tiene gran importancia industrial por sus
innumerables usos. Se emplea como aglutinante de las
arenas de moldeo, como catalizador en procesos de
cracking de sustancias orgánicas, en la preparación de
fangos pesados usados en las perforaciones petrolíferas,
en la fabricación de jabones, como excipiente y
emulsiones en algunos insecticidas, como absorbente para
purificar y decolorar aceites y otros líquidos, como
material de carga en la industria del papel y de la
goma, como base para cosméticos y medicinas, etc.
Entre
los minerales la componen destaca la montmorillonita {(Al1,67
Mg0,33) [(OH)2*Si4
O10]0,33- Na0,33 (H2O)4},
cuyo nombre procede del nombre del pueblo francés de
Montmorillon, que constituye la parte fundamental de las
bentonitas. Es un filosilicato o arcilla que aparece en forma
de masas microcristalinas terrosas, escamosas, amorfas y
polvorientas y cuyo diámetro cristalino no supera una micra.
El color varía del blanco al gris. Es muy blanda y ligera,
untuosa al tacto, fácilmente disgregable y opaca a la luz.
También se caracteriza por aumentar su volumen
considerablemente al absorber agua u otros líquidos y por
posibilitar el intercambio iónico cuando se encuentran en
soluciones determinadas. Se forman por alteración de los
feldespatos en rocas pobres en sílice o en ambientes
hidrotermales a partir de vidrios volcánicos y de tobas.
El
otro mineral destacable de la composición de la bentonita es
la cristobalita que, en ocasiones, representa hasta un
30% de la roca. Incoloro, traslúcido y con brillo vítreo, se
trata de un isomorfo cúbico (alfa) del cuarzo que se forma a
una temperatura de 1801 a 2701; por debajo de esa temperatura
es tetragonal (forma beta).