4.4.5.- EL ACUEDUCTO REAL DE ANTAS

Vista general del acueducto.La construcción del acueducto real de Antas, junto a una máquina de vapor para elevación del agua, supone un magnífico ejemplo de una inversión capitalista típica del siglo XIX, en relación con el importante cambio en el sistema de cultivo y en la producción agraria.

Efectivamente si en la vega de Antas el cultivo tradicional era cerealístico y algunas hortalizas, característicos de una agricultura de subsistencia y autoconsumo, a finales del siglo XIX entran en explotación grandes extensiones de naranjos, ligados a una agricultura de mercado destinada a la exportación. El general crecimiento de la economía provincial por el desarrollo comercial y minero, crean una aceleración del crecimiento demográfico y el obligado avance de la roturación de nuevas tierras de regadío. Estamos en el siglo de la iniciativa privada y del liberalismo que, amparándose en unas leyes favorables, promueven importantes obras para poner en regadío grandes extensiones.

Caseta de la máquina de vapor para elevar el agua.Esta finca era propiedad a mediados del siglo pasado de la familia Orozco de Vera, ricos mineros e industriales que habían invertido gran parte de los beneficios empresariales en la compra de bienes raíces. Por distintos enlaces matrimoniales pasará a principios de siglo a la propiedad de D. Manuel Giménez Ramírez, financiador del acueducto y la gran balsa, además de auténtico “cacique” de la zona y diputado conservador varias veces durante el reinado de Alfonso XIII.

La gigantesca finca regada abarcaba 50 has. De las que 40 correspondían a agrios y 10 a la tradicional uva de mesa. Durante la Guerra Civil la finca fue colectivizada por la UGT y se sustituyó la vieja máquina a vapor por un motor diesel para la extracción del agua del pozo. Al término de la guerra la finca será reintegrada a sus dueños, y hacia los años 50 se abandonará el cultivo de la finca con la crisis del naranjo.

La utilización del acueducto como canalización y transporte del agua se remonta a la tradición romana, con el objetivo de salvar desniveles desde la costa más alta de extracción a los lugares de distribución. En el caso del acueducto de Antas el problema técnico es más complejo pues es necesario extraer el agua de los acuíferos del Almanzora a unos 60 ó 70 m. de profundidad, utilizándose en este caso, por primera vez en Almería, el descubrimiento típico de la “Revolución Industrial”: la máquina de vapor, instalada en el edificio anexo al acueducto, con su chimenea de salida de humos. Tras ganar suficiente altura se conducía a través del acueducto a una gran balsa situada en la parte más alta de la finca, desde donde se distribuía por gravedad al conjunto de las parcelas.

El acueducto propiamente dicho tiene una longitud de 293 m. y está construido de mampostería ordinaria de piedra caliza con mortero de cal, pero presentando en su recorrido dos estructuras diferentes: el primer tramo junto al estanque es un muro macizo sin huecos, mientras que el resto presenta dos cuerpos superpuestos de arcos.

El estado general es bastante lamentable por el abandono, la erosión haciendo que la piedra de mampostería de la construcción esté visible (la acequia de la parte superior del acueducto piedra agua y se hubo de sustituir por una tubería en 1960) y principalmente por la reciente demolición de parte del acueducto.

Detalle de la arquerías.Efectivamente en la noche 10 de Agosto de 1996 el propietario particular derribó de manera clandestina unos 150 m. del histórico acueducto, concluyéndose el atropello por la intervención de la Guardia Civil a requerimiento del alcalde del municipio. La polémica está servida. El propietario argumenta que solicitó el derribo y al no contestarle desde el Ayuntamiento el silencio administrativo se considera positivo.

La historia se ha vuelto a repetir y mientras una pieza importante de nuestro Patrimonio Histórico y Tecnológico ha caído bajo la pala del desarrollo, ante la desidia de la administración y los intereses privados.

4.4.6.- LAS ROZAS DE HERRERÍAS. LA FIGURA DE LUIS SIRET

Las Rozas inundada en plena fiebre minera.Este cabezo o pequeño macizo montañoso extendido al Este de la margen izquierda del río Almanzora y a unos 3 kms. de Villaricos, es el centro histórico de la minería local por concentrar yacimientos nativos de oro, plata y cobre.

La actividad minera se remonta a épocas remotas pero se desarrollará especialmente en el siglo XIX, originando un paisaje irreconocible y muy alterado por la presencia de fundiciones, extensas redes de galerías subterráneas, respiraderos, desagües, castilletes...

En su parte alta, con la vista de la sierra Almagrera al fondo, se encontraba la fundición y mina Sta. Ana, destruida clandestinamente en 1993 antes de aprobarse el Plan Especial de Protección de Villaricos, desapareciendo una espectacular cabria metálica para subida  y bajada al pozo de la explotación minera.

Embarcadero metálico de Villaricos.En cambio el gigantesco hueco de las Rozas, recientemente desaparecido por el relleno de tierra, era resultado de la actividad extractiva de las minas de hierro de cielo abierto bajo el cerro de la Virtud, formando una gran laguna por las filtraciones del acuífero del río Almanzora. El hueco correspondía a las minas colindantes de Sta. Matilde (la más antigua explotación de mineral de hierro almeriense del siglo XIX y que hasta la década de los 90 aportará las tres cuarta partes de la producción almeriense) y Virgen de las Huertas, conocidas popularmente como rozas de Las Herrerías o rozas de Huelin, por haber sido Guillermo Huelín uno de los primeros explotadores de este mineral de hierro.

Túneles del ferrocarril minero Herrerías - Villaricos.Ambas minas fueron adquiridas en 1881 por la Compañía de Aguilas, de capital francés, con la preocupación básica, para asegurar la actividad y la rentabilidad, de desaguar el inmenso hoyo de 400 m. de longitud por 300 de ancho y 28 de profundidad, por las filtraciones del vecino río. Allí trabajaban unos 300 obreros a cielo abierto.

También para incrementar la producción, limitada por la capacidad de arrastre de los carros, se inauguró el 10 de Agosto de 1885 una línea de ferrocarril de Herrerías a Palomares, en la costa, de 5 kms. de longitud, utilizando una locomotora de 20 cv. de potencia, primer ferrocarril con tracción a vapor de la provincia de Almería.

Actualmente toda la zona minera está en manos de la empresa Minerca, que realiza enormes movimientos de tierra para extracción de barita como materia prima necesaria para la obtención de colorantes, pinturas o protección de los rayos X. Con ella han desaparecido todos los restos mineros del lugar y especialmente el hueco de las Rozas de Herrerías.

Iglesia Luis Siret.Otro de los testimonios del pasado es la torre de la iglesia de la Sagrada Familia, construida por Luis Siret en 1905 con arreglo a una tipología constructiva noreuropea. Refleja su formación en la Universidad Católica de Lovaina dentro del esquema de la iglesia social de fines del XIX, que pretende salvar las almas pero también mantener la explotación capitalista.

En el sendero de acceso y la carretera hacía Villaricos aún se puede apreciar el hueco del antiguo ferrocarril minero Herrerías - Villaricos construido también por Luis Siret para abaratar el transporte de mineral y sustituir el tradicional de carretas, inaugurándose en 1906. El ferrocarril era arrastrado por un tiro de mulas (un auténtico hipomóvil) y transportaba hasta un moderno embarcadero mecánico en Villaricos el mineral de hierro extraído de las minas próximas a Herrerías.

LA FIGURA DE LUIS SIRET.

Luis Siret nace el 26 de Agosto de 1860 en Bélgica, hijo de Adolfo Siret, un alto funcionario también aficionado a la historia del arte y la arqueología, ambiente cultural familiar que influirá en su vocación futura.

Luis Siret.Su hermano Enrique obtiene en 1878 el título de Ingeniero por la Escuela Católica de Lovaina y marcha a finales de ese mismo año a Sierra Almagrera para dirigir el desagüe del Jaroso. Poco después obtiene el proyecto de traida de agua potable a Cuevas con su amigo Antonio Petre, que vuelve definitivamente a Bélgica en 1881 tras casarse.

Es una inmejorable oportunidad para llamar a su hermano Luis, recién titulado, animándole además con la evidencia de puntas de flechas y restos prehistóricos. Desde ese momento la unión de trabajo ingenieril y vocación arqueológica será permanente, realizando excavaciones arqueológicas metódicas en Campos, Tres Cabezas y Fuente Alamo, ayudándoles el obrero Pedro Flores.

En 1883 tomaron contacto con los grandes yacimientos argáricos de la zona de Antas, El Argar, Lugarico Viejo o Fuente Bermeja, que les proporcionaron más de mil tumbas, ricos ajuares y pruebas de la metalurgia local, base de su clave publicación “Las primeras Edades del Metal en el Sudeste de España” (1888), el primer estudio importante de la prehistoria española. Desde 1890 comienza a excavar en Villaricos y Los Millares. En 1891 casa en Bélgica, pero retorna en 1893 a España para instalarse en Águilas (Murcia).

Sin embargo su activo trabajo para el nuevo desagüe de Sierra Almagrera en El Arteal y para las minas de Herrerías le obligan a instalarse en Febrero de 1894 en Herrerías. Su mujer Magdalena Belpaire muere en 1895 por efectos de parto con 28 años, dejándole viudo a los 35 años con dos hijos pequeños. Permanece en Herrerías a pesar de los ruegos de la familia de retornar a Bélgica.

Desde 1897 trabaja por su cuenta en la construcción del ferrocarril minero de tracción animal en Herrerías a Villaricos, y en 1900 funda en París la Sociedad Minera de Almagrera, que tendrá un auge extraordinario hasta la Primera Guerra Mundial. El distrito de Herrerías se ha convertido en una auténtica ciudad industrial proporcionando trabajo a miles de personas durante 40 años y que dispone de comercios, escuela, hospital, farmacia, iglesia, talleres, casino para los obreros...

Pero desde 1903 también ha realizado varios descubrimientos arqueológicos: la primera inscripción fenicia española, descubierta en Villaricos; las excavaciones de la cueva de la Zájara, el poblado de Almizaraque, la necrópolis de Villaricos... Los objetos se acumulan en la casa museo de Luis Siret en Herrerías y publica una decena de artículos en revistas especializadas de Francia y Bélgica, y en 1913 otra monumental obra “Cuestiones de cronología y etnografía ibéricas Tomo I - Del fin del cuaternario al fin del bronce”.

El conflicto de la Primera Guerra Mundial origina que las minas se paralicen en Sierra Almagrera y los hornos no funcionen pues no hay abastecimiento de carbón y no se puede exportar el mineral. En 1920 se recupera la actividad, pero la explotación es cada vez más onerosa y el mineral se agota, mientras las compañías extranjeras comienzan a trasladarse a los criaderos norteafricanos más rentables. En 1926 abandonará la explotación de Herrerías.

Su última publicación será “Los primeros celtas en España” (1932), aunque saldrá a la luz tras su muerte el 7 de Junio de 1934 víctima de la pulmonía, siendo enterrado en Águilas junto a su esposa.