5.7.- PANTANO DE ISABEL II
Esta llamativa construcción de mediados del s. XIX no pertenece, evidentemente, a la hidráulica tradicional, pero creemos que, por su interés y singularidad, debemos incluirla en nuestro itinerario por representar un intento moderno de gestión capitalista del agua y de expansión agrícola. A 6 Km de Níjar, por una carretera sinuosa que lleva a Lucainena de las Torres, un carril a la derecha se dirige al lecho de la rambla para llevarnos al embalse de Isabel II, también llamado Pantano de Níjar. Una vez allí conviene ascender, en primer lugar, a la edificación que sirvió de vivienda y oficinas para la gestión de la obra. Desde este alto, a la altura de la garita, se obtiene una panorámica del conjunto. Al lado quedan las canteras, abajo la presa y a Levante las canalizaciones que llegan hasta la cortijada de los Tristanes (no se puede ver), desde donde se produce un reparto del agua. Si transitamos sobre el muro de la presa, conviene hacerlo con sumo cuidado ya que además del peligro de caer por los bordes, existen pozos descubiertos de acceso al interior de la obra. 5.7.1.- Historia de la obra de ingeniería El pantano se empezó a construir en 1842 con la financiación de una sociedad participada por más de un millar de accionistas, la mayoría de ellos ajenos a nuestra provincia, y una inversión de 10 millones de reales del momento (el equivalente actual serían 10 millones de euros). La obra fue dirigida por el arquitecto D. Jerónimo Ros e inaugurada en el año 1850 (tras aceptar la reina Isabel II que se le bautizara con su nombre), con unas expectativas de riego para más de 18.000 has en pleno Campo de Níjar. El desconocimiento del régimen pluviométrico de la zona, la falta de estudios hidrológicos previos, la ubicación en una cuenca con escasa extensión, la dispersión de los accionistas ..., justifican el sonoro fracaso de la que fue en su día una gran inversión. Sólo así se explica que una década mas tarde la mitad de su capacidad quedase anegada por el cúmulo de lodos arrastrados por las avenidas. Cualquier usuario de boqueras del Campo de Níjar hubiese sido capaz de predecir sin dificultad el destino de la obra. 5.7.2.- La presa El muro de la presa se construye aprovechando la cerrada de los Tristanes, cierre natural de la rambla del Carrizalejo, un emplazamiento seguro y estable, que queda estratégicamente situado sobre los extensos llanos situados al norte de Campohermoso, terrenos incultos, de buena tierra y soleados, que se pretendían poner en producción con la venta del agua acumulada en el embalse.
Se trata de una construcción de 44 m. de longitud y 35 m. de altura, que, en forma de talud arqueado desciende hacia el exterior, primero en tres anchos escalones y luego en otros tres de escaso grosor. Destaca la perfección de los bloques y encajes de cantería, material del que esta hecha la totalidad del conjunto y que fueron extraídos de una cantera contigua al pantano. El grosor de la obra, su correcto escalonamiento, su anclaje en el terreno y su forma semicircular le confieren una llamativa solidez que contrasta con la mediana capacidad para la que estaba diseñado. Sin duda el derrumbe catastrófico del pantano de Lorca en 1802, diseñado por D. Antonio de Robles a finales del s. XVIII, con el que coincide en la tipología, influyeron en la inclusión de medidas adicionales de refuerzo. El resultado final era una capacidad de algo más de 5 hectómetros cúbicos. Otros elementos destacables son el aliviadero y la canalización de 2,5 Km. que se dirige a la Barriada de Los Tristanes, donde quedan dos grandes depósitos de distribución El canal cuenta con consistentes refuerzos cuando éste sortea vaguadas o desciende bruscamente. En su fase final la canalización se dirigía hacia el actual Campohermoso, donde finalizaba. Algunos tramos de este canal se usan actualmente para conducir agua para los invernaderos. El acceso al interior desde la parte central y superior ha quedado impedido al destruirse parte de la escalera de caracol que descendía por el pozo de acceso, y no es aconsejable acercarse ni mucho menos intentarlo por la gran peligrosidad del hueco. Junto a este acceso podemos observar parte del artilugio metálico que graduaba la evacuación de aguas. Para aumentar el aporte de aguas, siendo conscientes sus constructores de la poca cuenca de recepción con la que contaban, decidieron abordar la construcción de una larga galería que comunicase la presa con la Rambla de Lucainena. Parece ser que a las dificultades técnicas se le unieron dificultades de financiación, y este aporte, sin duda importante y tal vez decisivo, no llegó a buen puerto. 5.7.3.- Un proyecto relevante.
Resulta asombroso cómo a mediados del s. XIX se aúnan las voluntades de tantos y tan dispersos accionistas para poner en marcha un proyecto hidráulico de tal envergadura ( el mayor de su época) en un punto olvidado y despoblado del Sureste peninsular. Un proyecto que se hizo realidad, al menos en cuanto a la construcción del embalse, y que, comparativamente hablando, resulta mayor que todos los proyectos actuales para dotar de agua a estos campos. Si tenemos en cuenta que un siglo y medio después, el Campo de Níjar alberga miles de invernaderos que generan un volumen de negocio de muchos miles de millones, es decir, que la necesidad de agua es acuciante y que la infraestructura productiva ya está montada, la comparación deja en mal lugar a las políticas actuales. El proceso siguió un esquema lógico, es decir, primero se consigue el agua y luego se ponen en producción los campos y no a la inversa, como en la actualidad, en que la expansión del invernadero va por delante de los recursos hídricos disponibles. |