5. 5.- BARRANQUETE.

 
Una vez vadeada la rambla de Barranquete ascendemos un Km. por la carretera que se dirige a Níjar, y vemos un cortijo abandonado a la derecha. Justo aquí aparcamos sobre un tramo en desuso de la antigua carretera y nos dirigimos a ese cortijo abandonado de los Marines. Nuestro tramo de observación discurrirá por esta necrópolis con tumbas pertenecientes a la cultura de los Millares y El Argar (muy destruidas por el labrado y explanamiento del monte con fines agrícolas), hasta la siguiente colina, que da vista al acueducto.

En este lugar se sitúa el desagüe natural de los acuíferos superficiales y subterráneos de gran parte del Campo de Níjar y Sierra Alhamilla, y ha sido un acuífero estable y abundante hasta que la hidráulica tradicional deja paso los modernos y potentes motores de bombeo. De la importancia de este extinguido afloramiento da fe la gran obra de fábrica que exigió la canalización que llegaba hasta el Campillo de Gata y que fue realizada con capital privado a finales del s. XVIII.

En Barranquete existen dos grandes conducciones. La superior, que baja por el margen de la rambla hasta llegar a la desembocadura de la rambla de Genival, y allí empieza a irrigar una estrecha franja de tierra, antes de embalsarse. Es el más singular de los sistemas de distribución que hemos observado. En su primer tramo la conducción está techada con gruesas losas cuadrangulares perfectamente encajadas. A continuación la conducción se dirige rambla abajo configurando una importante obra de ingeniería hidráulica, consistente en una obra de sólidas paredes cerradas en su parte superior por un abovedamiento de medio punto, construido todo ello con piedra y argamasa. Aparecen también lumbreras para permitir el acceso al interior para su limpieza y mantenimiento.

En el margen izquierdo, cuando la rambla se ensancha, y desaparece la fuerte pendiente, las aguas son encauzadas a través de otra larga construcción de gran envergadura que desciende, unas veces embutida en la pared, otras en canal, otras sobre canal elevado, y otras salvando barrancos sobre acueductos, hasta llegar al Molino de Barranquete. Esta conducción deriva parte de su caudal al otro margen de la rambla a través de un enorme sifón. Del volumen de agua que llevaba esta conducción dan fe las proporciones del canal y la extensa zona irrigada. Un relojero llevaba el control del reparto de agua hasta mediados de este siglo.

5.5.1.- Acueducto

El canal de agua que baja por el margen derecho cada vez que salva un barranco lo hace a través de un pequeño acueducto, pero destaca especialmente el último de ellos, con gruesos pilares y estrechas arcadas para salvar la vaguada. La construcción de un acueducto sobrepasa las posibilidades de una pequeña comunidad agrícola, por lo que solamente se construyen cuando el volumen de agua es importante y la comunidad de regantes es amplia, o interviene, como en este caso, los intereses de un gran propietario.

5.5.2.- Canal

Acueducto

En realidad en todo el campo de Níjar no hay ningún río o nacimiento suficiente como para hablar de un canal, pero en este punto los habitantes de la zona hablan de canal en vez de acequia madre, por el volumen de agua transportado.

La conducción sortea los obstáculos del terreno adoptando todas las soluciones necesarias, que incluyen galerías, pasos elevados, cortes profundos del terreno, semiembutido en paredes rocosas, o en obra de fábrica a campo abierto cuando llega al llano. 

5.5.3.- Galerías 

Algunos tramos de la conducción del margen derecho se embuten entre la roca para posteriormente taladrarla y asomar más adelante. No obstante, si deseamos disfrutar de la visión de una larga galería atravesando gruesos estratos de fósiles (capa de conchas fosilizadas), deberemos de bajar a la rambla y andar un Km. hacia arriba. Si deseamos seguir el itinerario aguas arriba, la rambla se estrecha y encajona, mientras desciende largamente en cascada sobre un lecho bellamente erosionado. Es el lugar denominado como el Saltador, en alusión al salto de agua en su día existente.

5.5.4.- Sifón

Un poco más arriba de nuestro punto de observación apreciamos una derivación del canal hacia el margen opuesto, que acaba bruscamente sobre un pilar situado cerca del canal, y en el margen izquierdo se levanta otra construcción que se dirige hacia los aterrazamientos agrícolas. Se trata del sifón más grande del Campo de Níjar y es una construcción hidráulica para salvar un cauce bajo su lecho, volviendo después el agua a su nivel de partida, según la teoría de los vasos comunicantes.

5.5.5.- Azudes

Si observamos el cauce de la rambla, cerca del acueducto veremos asomar entre las arenas un muro que la atraviesa y que se dirige oblicuamente hacia el margen de la izquierda. Se trata de un azud, hoy en desuso, consistente en un muro transversal que se embute en el fondo de la rambla y que, encajado en la parte mas dura del lecho, hace aflorar las aguas por arriba. En realidad el azud funciona como una presa subterránea que impide que las aguas subálveas sigan su curso bajo las arenas, para derivarlas a una acequia contigua que se va alejando de la rambla para irrigar los abancalamientos que quedan bajo su cota. Son más frecuentes en el curso alto de las ramblas, es decir, en las estribaciones de Sierra Alhamilla y escasos en el curso bajo.

Vista general de la conducción de la margen derecha

La construcción debe ser especialmente sólida ya que el poder erosivo de las fuertes avenidas cargadas de materiales de arrastre, entre los que se encuentran rocas de considerable tamaño, lo van a poner a prueba, por lo que se emplean gruesas piedras y abundante cal, lo que unido a su grosor y buena cimentación hacen del azud una obra duradera.

5.5.6.- Molino hidráulico

 

Si seguimos el curso del canal hacia Barranquete veremos que acaba en un edificio amplio junto a la carretera, es el molino de los Berengueles, el de mayor capacidad de todo el campo de Níjar y el único que se podía permitir moler de hilo, es decir, sin embalsar el agua, ya que el caudal del canal era suficiente para mover sus engranajes. Actualmente, del molino apenas quedan las piedras de moler y sólo los mayores recuerdan el ir y venir de las caballerías con sus cargas de grano o harina.

Desgraciadamente la política de sondeos ha secado toda esta ribera y sólo quedan los restos de los dos molinos, el mencionado y otro más pequeño que quedaba situado muy cerca del sifón que atraviesa la rambla, en las únicas ruinas que aparecen bajo la canalización.

Los años de buenas cosechas eran también los de más caudal, cuando los molinos funcionaban más tiempo y con mayor rendimiento. En los años secos la efectividad del molino era menor, lo que favoreció la implantación de los molinos de viento, especialmente en las zonas menos húmedas.