1.- INTRODUCCIÓN.

 

 

 

La declaración en 1987 de buena parte de este espacio almeriense como Parque Natural Marítimo Terrestre de Cabo de Gata-Níjar o la catalogación en 1997 por la UNESCO como reserva de la Biosfera, son indicadores del interés científico y popular que despierta este territorio, no sólo a nivel regional sino en ámbitos internacionales, y ello es así, no sólo por su riqueza botánica, biológica, geomorfológica, y paisajística, sino también por su interés etnológico. Este último aspecto es menos conocido pero posiblemente sea uno de los más interesantes.

El área de estudio queda al Sudeste de Almería, comprendiendo el territorio delimitado al Oeste por la Rambla que desemboca en Retamar, al Sur y Este por el mar Mediterráneo y al Norte por Sierra Alhamilla y Sierra Cabrera. Incluye la totalidad del término de Níjar, la parte más oriental de Almería y parte de los municipios de Carboneras y Lucainena de las Torres.

Somos conscientes de la dificultad que conlleva analizar un patrimonio etnográfico diluido en multitud de pequeñas y sencillas construcciones, acostumbrados como estamos a los grandes monumentos civiles o religiosos. Pero no podemos obviar por este motivo un patrimonio único y singular, fruto de la secular adaptación humana a un medio adverso y con unas características propias diferenciadas. La cantidad, variedad y extensión en la que se encuentra debemos verlo, más que como una dificultad, como un acicate que nos brinda oportunidades de viajar, conocer y descubrir los matices y rincones escondidos en este rico entorno.

Estamos en un espacio mediterráneo y árido, donde la ocupación y subsistencia del hombre está determinada por el aprovechamiento de los escasos recursos hídricos. El acopio y control del agua es el primer y primordial paso al que se ha enfrentado cualquier comunidad humana asentada en este árido territorio, y por tanto la supervivencia de la que hablamos pasa, en primer lugar, por el aprovechamiento integral de todos los recursos hídricos posibles, obtenidos de los manaderos naturales, del subsuelo o de los escasos pero fuertes aguaceros de otoño, convirtiéndose el aprovechamiento y uso del agua en un eje vital de la actividad humana.

El clima del Sudeste peninsular es escaso en precipitaciones, aspecto este agravado en el Campo de Níjar por las barreras naturales de más de 2000 m. de altitud que suponen las Sierras de Filabres, Nevada y Gádor; además de contar con otras dos barreras menores pero más próximas, como son Alhamilla y Cabrera.

  Vista general de Níjar

La escasez de precipitaciones, las altas temperaturas y los fuertes vientos tanto de Poniente como de Levante suponen un elevado índice de evapotranspiración. Salvando las estribaciones de Sierra Alhamilla, el resto del campo queda por debajo de la isoyeta de 250 mm, con mínimos de 170 mm. en Cabo de Gata, concentrándose además el grueso de las lluvias en forma de aguaceros, con la consiguiente disminución del porcentaje de lluvia útil. La torrencialidad de estas precipitaciones es, por tanto, un factor decisivo que determina la configuración de paisaje y los modos y técnicas desarrollados por el hombre para su aprovechamiento. Este tipo de lluvias, aunque hace que una parte de las aguas se pierdan en el mar, permite recargar los acuíferos superficiales de los cauces y aprovechar el agua mediante aljibes y boqueras.

  La costa con las salinas al fondo

 

La cantidad de población de un asentamiento humano es directamente proporcional a la cantidad de agua y al aprovechamiento que de ella se haga. Tanto la cantidad como el aprovechamiento pueden ser optimizados con la construcción de sistemas hidráulicos que actúan sobre cuatro aspectos: la captación, la distribución, la acumulación y las defensas en caso de avenidas. Pero no todo es patrimonio hidráulico. La vivienda sencilla, funcional y cúbica del litoral adquiere en los Campos de Níjar una pureza constructiva y una belleza destacable que, más que romper con su presencia el paisaje, lo realza. Simultáneamente la rodean pequeños elementos funcionales añadidos (apriscos, cochiqueras, conejeras, gallineros, palomares, corrales y cuadras, u otras como eras, estercoleros o sesteros situados en el entorno de la vivienda), y una vegetación práctica y estética, de tal manera que las cortijadas o pequeños núcleos de población resultan aún más bellos y ricos en biodiversidad que el entorno que los circunda.

El obligado complemento es el aljibe o el tanque, con su característica bóveda alargada o su cúpula blanca, elemento esencial de supervivencia de multitud de cortijadas, ya que guarda en su interior el elemento más preciado y básico para la vida (el agua). Para comunicar estos entornos una extensa y larga red de caminos, veredas y rutas ganaderas, tradicionalmente bordeadas por pitacos y chumberas, unen las cortijadas, los aljibes y las majadas.

Este paisaje natural y antrópico no ha pasado desapercibido, impactando en la retina de artistas, estudiosos y naturalistas. Así durante la segunda mitad del s. XX escritores, viajeros y cineastas conocen y muestran al mundo exterior las maravillas de estas tierras y sus gentes.

Estas formas de vida han pervivido a través de los siglos y se han perfeccionado con el devenir del tiempo, hasta fechas recientes en que las nuevas tecnologías aplicadas al regadío extensivo y el invernadero, han sustituido y desechado estos antiquísimos sistemas.

Patrimonio Etnológico: definición y puesta en valor

  Oratorio del Cortijo del Fraile

El Patrimonio Etnológico es definido por el art. 61 de la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía de 1991 como “los lugares, bienes o actividades que alberguen o constituyan formas relevantes de expresión de la cultura y medios de vida propios del pueblo andaluz”. Es por ello una parte muy importante de nuestro Patrimonio Histórico, definible como el conjunto de elementos materiales o inmateriales, heredados del pasado o creados en el presente, en donde un determinado grupo de individuos reconoce sus señas de identidad. Se constituye así en el DNI de una sociedad. Pero interesa, antes de seguir adelante, diferenciar los ámbitos de la Etnografía y la Etnología, cercanos pero distintos. La Etnografía corresponde a las etapas de observación, descripción y clasificación de los fenómenos culturales, mientras que la Etnología presupone la Etnografía y constituye su prolongación en un nivel explicativo centrado en tres direcciones: territorial (explicación en relación con el ámbito geográfico), histórica y sistemática (estudio comparativo sobre una determinada técnica, costumbre o expresión cultural).

Nosotros hemos intentado, lógicamente, no solamente describir (Etnografía) sino también analizar (Etnología), y nuestro ámbito de actuación estará compuesto por el conjunto de manifestaciones culturales, de carácter inmaterial, y aquellos bienes muebles e inmuebles, que sean representativos del modo de actuar y concebir el mundo por parte de una sociedad en un momento y lugar determinados.

Hoy en día la puesta en valor del Patrimonio Etnológico es un objetivo fundamental de la política cultural de la Unión Europea, entendiéndolo como elemento de desarrollo cultural, económico y turístico en zonas rurales desfavorecidas.

La recuperación e interpretación de muchas de estas costumbres y señas de identidad se plantea en la actualidad como un reto para el desarrollo del medio rural por varias razones fundamentales:

  Vivienda popular de la zona 

a) Es un recurso cultural que facilita el reforzamiento de la identidad de la población mediante el fomento de la autoestima.

b) Es un recurso pedagógico, ya que en la actualidad presenta grandes posibilidades como herramienta para la formación de las nuevas generaciones.

c) Es un potencial endógeno que se puede rentabilizar para la diversificación de la población rural y también como reclamo turístico.

Por ello el conocimiento, conservación y puesta en valor del Patrimonio que analizaremos en las próximas páginas, no es solamente una propuesta didáctica y cultural sino también una necesidad económica en relación con las nuevas demandas del turismo cultural hacia las zonas rurales. Nuestra provincia no puede depender exclusivamente del monopolio de la agricultura intensiva. Poseemos otras potencialidades.

Sepamos conocer nuestras auténticas posibilidades y recursos.