ZONAS HÚMEDAS: Conceptos básicos.

 La expresión "zona húmeda" procede de la traducción literal del término inglés "wetland", que engloba a un gran número de hábitats naturales y/o artificiales que tienen en común su vinculación a la presencia de agua. El concepto de humedal o zona húmeda es muy amplio y abarca en líneas generales cualquier anomalía hídrica positiva del paisaje que sea temporalmente significativa. El Convenio Ramsar sobre Zonas Húmedas de Importancia Internacional como Hábitat de las Aves Acuáticas, entiende por aguazales "... a las zonas de marisma, pantano, turbera o aguas rasas, naturales o artificiales, permanentes o temporales, de aguas remansadas o corrientes, dulces, salobres o salinas, con inclusión de aguas marinas cuya profundidad en marea baja no exceda de los seis metros".

Puesta de sol en las Albuferas de Adra

 La importancia ecológica de los humedales se pone de manifiesto a través de algunas de sus principales características:

En primer lugar, son uno de los pocos ecosistemas que soportan un índice de productividad tan elevado, siendo capaces de albergar una rica variedad de comunidades animales y vegetales comparables tan solo con otros hábitats amenazados como los arrecifes de coral o los bosques tropicales.

 En segundo lugar y relacionado con el punto anterior, poseen especies animales adaptadas a este tipo de ecosistemas y cuya existencia depende de los mismos, en un tipo de relación recíproca. Su desaparición y/o degradación influyen directamente en la existencia de dichas especies.

 En tercer lugar, poseen un incalculable valor tanto científico como didáctico. Son uno de los mejores medios donde se puede evaluar la calidad ambiental del entorno, ya que se comportan a modo de laboratorios naturales, acusando acentuadamente los impactos, bien positivos, bien negativos. Por otro lado constituyen una forma eficaz  de acercamiento entre hombre y naturaleza, siendo un reclamo excelente a la hora de establecer planes o proyectos de educación ambiental que, en definitiva, persiguen estos mismos fines.

Lagunas de Oxidación de Retamar

 Dentro de zonas áridas  juegan un importante papel en la regulación de los ciclos hídricos y de las inundaciones, debido a su eficacia evaporativa y a su capacidad para sincronizar y retardar picos de crecida. También se caracterizan por ser capaces de enlentecer los ciclos de materia, permitiendo la recuperación de valiosos nutrientes. Los aguazales situados en entornos áridos constituyen microclimas que registran temperaturas más bajas y una mayor humedad relativa del aire, por lo que proporcionan un cierto frescor en el ambiente durante los meses de calor.

 Pese a las definiciones anteriores que inducirían a pensar en una supuesta abundancia de estos ecosistemas la realidad es bien distinta, pudiendo considerarse a las zonas húmedas como uno de los hábitats más importantes y, al mismo tiempo, más amenazados del planeta. De hecho, existe documentación fiable sobre la magnitud que antaño tuvieron, ante la actual en áreas encharcadas. Algunos datos históricos permiten cuantificar la extensión perdida por algunos humedales como las Marismas del Guadalquivir o la Albufera de Valencia, ambas hoy en el 40 y 10 por ciento respectivamente de lo que fueron hace 2.000 años. Pero nuestra historia más reciente es también la más dramática. En la última mitad del siglo XX desaparecieron más del 50 % de los aguazales españoles. Esta situación ha sido favorecida en ocasiones desde la propia administración, como lo demuestra la tristemente famosa "Ley Cambó" de 24 de junio de 1918 y que estuvo en vigor hasta 1986, sobre desecación de lagunas, marismas y terrenos pantanosos que, bajo pretextos de garantizar la salud pública, asoló gran parte de los aguazales españoles más emblemáticos (MATAMALA, et al, 1994). Actualmente, aunque pocos y aislados, son de vital importancia para un grupo cada vez mayor de aves acuáticas amenazadas. Según un estudio elaborado por la Sociedad Española de Ornitología, en el que se utilizaron aves como bioindicadores, se catalogaron un total de 171 humedales españoles: 58 de importancia internacional y 113 de importancia nacional. De estos tan solo 24 están protegidos legalmente, mientras que los 147 restantes carecen de una  mínima protección formal. A tenor de estos datos resulta evidente que es preciso un mayor esfuerzo, por parte de las autoridades conservacionistas, para la protección y salvaguarda de este patrimonio natural de incalculable valor (ARAUJO, 1992).