INTRODUCCIÓN

La restauración y conservación de hábitats antropógenos no es una actividad novedosa, existiendo diversos ejemplos en Europa y España. Actualmente los cultivos cerealistas de gran parte de Castilla-La Mancha y Extremadura constituyen los últimos refugios para multitud de aves esteparias, entre las que destaca la Avutarda, catalogada como En Peligro  dentro del Libro Rojo de los Vertebrados de España (ICONA, 1992). Dentro de la Comunidad Autónoma Andaluza, en lo referente a humedales de origen "artificial", destaca la presencia de diversas salinas mediterráneas y atlánticas, la mayor parte incluidas dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de  Andalucía con diversos grados de protección,  tanto a nivel autonómico, como europeo (ZEPA) e internacional (Convenio RAMSAR).

 Además de los aguazales anteriormente descritos, existen otros que se han originado por diversas actividades humanas, como la extracción de arcillas, arenas, gravas, etc. , algunos de los cuales poseen un indudable valor ecológico, no solo por contribuir a potenciar la biodiversidad, sino por mantener, en ocasiones, a importantes contingentes de especies En Peligro como la Malvasía Cabeciblanca (Oxyura leucocephala) o la Cerceta Pardilla (Marmaroneta angustirostris). Por citar algunos ejemplos, destacan la Dehesa de Monreal (Toledo), las graveras  del  Jarama en Tilulcia (Madrid), la Laguna de Tarelo (Cádiz) o la Cañada de Las Norias (Almería) (MATAMALA, et al., 1993). Por último no podemos olvidar algunos pantanos que, aunque suelen originar una grave alteración de los ecosistemas de las cuencas hidrográficas en las que se encuentran, pueden constituirse posteriormente en reservorio para multitud de aves acuáticas y marinas, como en el caso del  embalse de la Viñuela (Málaga), los de la Cordobilla y Malpasillo (Córdoba), el del Hondo (Alicante), etc... (MATAMALA, et al, 1994).