LOS MOLINOS DE VIENTO
©
Juan Ant. Muñoz Muñoz (1998):
Viviendo con nuestra tierra: "Los Molinos de viento". Rev. Paraíso
Natural, Nº 3. Págs. 16-17. Almería. Veredas
entre pitacos, casitas blancas de bella arquitectura, aljibes, pastores en
las «majás», y coronando la estampa, arriba en las lomas,
presidiendo..., los molinos. Esta sería la imagen que perduraría en la
retina de cualquier viajero de antaño. Ahora que la energía eólica se abre
paso con fuerza, desplazando incluso a la solar, ahora que los parques eólicos
aparecen como una innovación de futuro, conviene recordar que en los
Campos de Níjar, desde hace siglos, el viento ha sido energía principal.
Así, norias y molinetas de viento extraían el agua de las profundidades
mientras medio centenar de molinos de viento se encargaban de moler el
grano. El
imponente velamen de estos artilugios situados en las lomas y pasos, unido
a su constante girar concentraban la atención . Conozcamos
ahora algo mas de ellos. En
cuanto a su origen, sabemos que la mecánica griega del s.III a C. poseía
ya las bases teóricas al conocer la rueda movida por aire y los
engranajes, aunque hasta ahora, no se ha documentado ninguno. En el s. VI,
en el imperio sasánida (en Persia) se utilizaban molinos de viento de eje
vertical y seguramente tras la islamización de la zona, este invento se
extendió por todo el mundo árabe hasta llegar a la península. La
primera referencia escrita la encontramos en el siglo XIV en el Libro del
Buen Amor.
Existen
básicamente dos tipos de molinos, que podríamos denominar como europeo y
mediterráneo. En el modelo europeo todo el molino es de madera y gira en
torno aún eje inferior, en el Mediterráneo solo gira la parte superior
siendo el resto semejante aun torreón fortificado. Dentro
del grupo mediterráneo y atendiendo a la forma de recoger la energía eólica,
encontramos el molino de aspas de tipo manchego y el de velas localizado básicamente
en el Campo de Cartagena y en el Campo de Níjar. Este último presenta un
largo eje atravesado por cuatro pares de varas que sostienen cuatro, seis
u ocho velas triangulares. En
cuanto a su funcionamiento, la energía recogida por las velas hace girar
un largo eje circundado por una gran rueda de viento. Los engranajes de
esta rueda transmiten su giro aun eje vertical (linterna) que mueve una
pesada rueda de piedra (rueda corredera) que descansa sobre otra piedra
fija de características similares (rueda solera). Entre ambas se
introduce el grano que es triturado y convertido en harina.
En
los Campos de Níjar, la arquitectura y tecnología popular se ha adaptado
y desarrollado en función de los elementos que ofrece el medio y las
necesidades de sus moradores. Este proceso de adaptación natural ocurrido
en un entorno tan singular confiere a este área un especial valor
antropológico y arquitectónico. Los molinos de viento son, en este
sentido, un
elemento más, que realzan la singularidad y el paisaje de esta tierra. El elevado número de molinos de viento
se debe a la escasez de cursos de agua para construir molinos hidráulicos,
a ser una zona cerealística y evidentemente a la abundancia de vientos,
en resumen, aprovechar lo que hay para conseguir lo que se necesita. Normalmente se era molinero por tradición
familiar, «el molino se hereda y el oficio se mama». Era una profesión
dura y compleja. Dura por el constante acarreo de sacas. Cargar y
descargar las bestias, subir la molienda al piso de arriba, hacer pesadas,
quitar y poner velas, desmontar y picar las piedras, llevar el control de
todo... y sin horario, hasta que el viento dure o quede grano. Compleja
por la variedad y cantidad de conocimientos necesarios.
La piedra era uno de los elementos
esenciales. Un hito importante en la historia de un molinero era el del
cambio de las piedras, hecho que ocurría un par de veces en su vida.
Entonces se encargaba una piedra -francesa para hacer fina harina o
carbonera para cebada -, se apañaba una carreta, se introducía el
agujero de la rueda entre el eje y arreando pacientemente a los bueyes se
hacia el camino hasta el molino. Allí varios molineros colaboraban en la
tarea de subir la pesada carga al piso de arriba. Era una operación
peligrosa que exigía mucha maña. Se colgaba la rueda del eje del molino
y se hacia girar hasta que ésta llegara ala altura de la ventana por
donde se introducía. Terminado el trabajo, reunión de molineros mientras
cada uno rememoraba su .propia hazaña. Otro problema usual
era el de las averías. Normalmente eran solucionadas con la
reposición de la parte rota o desgastada, por el propio molinero. Si se
trataba del velamen, este se remendaba o una vez ya viejo, cada 4 ó 5 años
se sustituía. La
peor época fue sin duda la postguerra, entonces los molineros estaban
sometidos a una especial vigilancia. Inspectores de paisano se presentaba
a cualquier hora en el molino y requisaban la harina y el grano, por eso
se molía de madrugada. Los agricultores guardaban el grano en tinajas
escondidas en los corrales y bancales, al llegar la noche si el viento era
propicio, se cargaba una saca de fanega y media en el burro y al molino. En
cuanto al pago por el trabajo era costumbre pagar la molienda en especie
-se llamaba maquila quedándose el molinero un 10% del producto. Operación
esta, que a veces levantaba sospechas y que dio lugar al dicho «eres más
ladrón que un molinero», aunque nos consta que generalmente era justa y
comúnmente aceptada. Molinos y molineros son ya historia.
Vestigios de un pasado cercano y olvidado que urge rescatar para darle a
esta tierra la identidad usurpada por la modernidad. Para ello se hace
necesaria una audaz política de restauración de los molinos de viento más
emblemáticos y mejor situados. En este sentido animamos desde aquí a la
Consejería de Cultura ya la dirección del Parque, a agilizar un olvidado
proyecto de restauración de cinco de los molinos mejor conservados
localizados en Aguamarga, Fernán Pérez, Las Negras, San José y Pozo de
los Frailes. La
próxima vez que crucen por los Campos de Níjar, fíjense en las lomas
ilia César abiertas a los vientos y verán que en las mejor situadas
aparece un viejo torreón bermejo, vigilante, mudo y solitario. Imagínenselo
con su imponente velamen girando con los vientos y subiendo la vereda de
la loma el borriquillo cargado con grano, o si quieren, al viejo molinero
asomado al ventanal y como dice la copla: «Viendo
como las majás se tornan baldíos y
las huertas invernaderos. Los borricos furgonetas; y
los pastores 8 jornaleros». MOLINOS
DE VIENTO EN EL CAMPO DE NÍJAR Cuevas de los Medinas. - M. de Ramón César Cabo de Gata. - M. del tio Frasquito de la Posada. - M. de la Loma. - M. del tio Antonio Andújar. El Nazareno. - M. del Cambronero-Cjos de los Matías - M. de doña Pura o de los Matias Boca de los Frailes. - M. de la Boca de los Frailes Pozo de los Frailes. - M. del Sotillo o del Pozo de los
Frailes . San .Tosé. - M. de D. José González o del "Collao"
Los Albaricoques. - M. del tio Daniel o de Arriba - M. de doña Pura Vargas o de Abajo Los Martinez. - M. de Manuel Gil o de los Martinez Los Escullos. - M. del Cjo. del Paraíso - M. de los Cjos. Grandes. Rodalquilar. - M. del Cjo. La Unión. Las Negras. - M. de los Amancios Molino Viejo Las Hortichuelas - M. de Carlos Bomos- Primer - M. del tio Salvador o de Bomos- Segundo - M. del tio Salvador o de Bomos Fernán
Peréz. -
M. Viejo o del tio Frasco Mota -
M. de Manuel Gil Aguamarga. -
M. de Abajo o del Torrecillas -
M. de Arriba o de Paco Ortiz -
Molino de Garillos Balsa Blanca. - M. de D. Paco García Saladar X Leche. - M. Bermejo - M. de las Palas Balsa Seca. - M. de Balsa Seca o del Cruce S. Isidro. - M. de los Moleros o de los Montes - M. de los Pipaces o de los Femandez - M.
del Vaquero HYBIí. - M. de Hualí Venta del Pobre. - M. de la Fraguilla Nota: Datos del autor contrastados con otros de Gil Albarracín. «Arquitectura y Tecnología popular en Almería» |