SIERRA ALHAMILLA: UN OASIS
EN EL DESIERTO ©
TEXTO Y FOTOS: José Javier Matamala García
Artículo publicado por la
revista Foco Sur (1996) : nº 6: 36-39 Entre
de los calcinados llanos del Desierto de Tabernas y la Bahía de Almería
se iza una espectacular barrera natural que aísla a estos eriales de la
influencia directa del mar Mediterráneo: Sierra Alhamilla. Situada en
dirección SW-NE y parte integrante de las Cordilleras Béticas más
orientales, este macizo montañoso actúa como un gran pulmón que
oxigena a los asolados páramos circundantes. Punto importante en el
asentamiento de nuestros primeros pobladores (Culturas del los Millares
y del Argar), su nombre delata por si mismo la notable influencia que la
época islámica tubo en su historia y continúa teniendo en sus
actuales aspectos antropológicos y paisajísticos. A todo esto debemos
añadir su gran valor como refugio para multitud de animales y plantas
que han encontrado en este "oasis" un lugar adecuado para
sobrevivir frente al rigor y hostilidad del medio circundante. Principales aspectos climáticos y geológicos El clima, similar al del resto de las zonas áridas almerienses puede catalogarse como mediterráneo subárido. Las precipitaciones (normalmente torrenciales) se concentran durante el otoño y no suelen superar los 350 l/m² anuales. Los vientos dominantes son los "ponientes", seguidos de los "levantes" más calurosos y responsables de las lluvias otoñales. La temperatura media anual se sitúa entorno a los 14ºC, llegando a alcanzar mínimas de hasta -7ºC en las zonas más altas (Colativí: 1.386 metros), lo que posibilita la aparición de efímeras nevadas, durante algunos fríos inviernos. Sierra
Alhamilla forma parte de las Cordilleras Béticas del litoral
almeriense, al igual que las Sierras de Cabrera y Gádor. Su geomorfología
es compleja y queda fuera del análisis que se pretende aportar en este
artículo. Sintéticamente podríamos afirmar que está compuesta por
una superposición de mantos geológicos comunes a las serranías
adyacentes. El más antiguo es el Nevado
Filábride compuesto por micasquistos, granates, cuarcitas y otras
rocas metamórficas, que ocupan el núcleo de la serranía y afloran en
su vertiente Norte. Sobre éste se asientan materiales más modernos,
procedentes del Complejo Alpujárride,
abundantes en cuarcitas, filitas, calcitas, cuarzos y margas. Cabe
destacar la influencia sobre estos y otros materiales de importantes
procesos hidrotermales (que aun se manifiestan en los Baños de Sierra
Alhamilla), que propiciaron la aparición de notables yacimientos
minerales entre los que destacan los de hierro y plomo.
Comunidades
de flora y fauna Una
serranía es ante todo una anomalía común del relieve (al menos en
España), que conlleva una serie de consecuencias ecológicas
importantes. De esta forma, pie de monte, laderas y atalayas constituyen
hábitats diferenciados que son colonizados por distintas comunidades de
seres vivos. Quizá
el rasgo más singular de esta sierra, desde el punto de vista biológico,
sea la presencia de una importante masa forestal compuesta por un encinar
relíctico que ocupa gran parte de sus cumbres y media montaña formando
bosquetes de mediana talla, entre los que destacan las actuales
repoblaciones de pino carrasco.
Este tipo de vegetación debió ser antaño la habitual en la mayor
parte de las serranías del litoral almeriense. En las etapas de
degradación, el encinar va siendo substituido por un conjunto de
comunidades de menor porte dominados por la coscoja,
y con presencia de multitud de especies vegetales entre las que destacan
torbiscos,
raspalenguas, tomillos, mejoranas, y jarillas
pringosas.
Los encinares en esta zona, castigados históricamente
por la minería y el carboneo, han ido dando paso a formaciones
vegetales compuestas básicamente por
jarales, retamares, tomillares y espartales.
En las cotas más bajas aparecen comunidades de
espino negro, acebuches y lentiscos, que son substituidos en una mezcla progresiva por la
vegetación propia de los subdesiertos almerienses. Sierra
Alhamilla actúa como un "filtro verde" dentro de la aridez
circundante, lo que potencia el desarrollo de una fauna más diversa y
menos condicionada a las restricciones del subdesierto de Tabernas. Los
más abundantes y menos estudiados son los invertebrados. Los reptiles,
adaptados bien a los distintos pisos bioclimáticos de la montaña,
aparecen representados por el lagarto ocelado, la lagartija
colirroja y diferentes especies de culebras
y eslizones, así como
por la rara lagartija moruna,
a la que hemos detectado recientemente en la zona de cumbres (1995). El
mayor de los mamíferos presentes es el
jabalí, capaz de recorrer durante la noche decenas de kilómetros
en busca de alimento, para permanecer escondido durante el día. Como
expertos cazadores podemos citar al zorro,
la gineta, la comadreja y el
tejón o pequeños roedores como el ratón
de campo, la rata negra,
el lirón careto, el conejo,
etc. Existen referencias históricas de la presencia del gato montés hoy extinguido en esta serranía.
El
grupo de vertebrados más ampliamente representado es el de las aves. En
los encinares de las zonas altas, aparecen especies ligadas a las masas
boscosas como el Pito Real,
el Piquituerto, los Reyezuelos,
los Escribanos, el Chochín,
el Alzacola, el Carbonero Común,
el Herrerillo Común, el
Petirrojo, el Verderón, el Verdecillo,
el Pardillo, la Paloma Torcaz, además de rapaces como las Águilas Culebrera, Real
y Perdicera, el Ratonero Común, el Gavilán,
el Halcón Peregrino, los
Aguiluchos Pálido y Cenizo,
el Buho Real, la Lechuza Común,
el Mochuelo Común o el Cernícalo
Vulgar, entre otras. En las zonas de matorral es frecuente la
presencia de distintas especies de Currucas
y Alcaudones. En el descenso hacia el desierto de tabernas o a la
vertiente litoral son frecuentes las comunidades de aves esteparias
entre las que destacamos la Alondra
Común y de Dupont, la Calandria, las Cogujadas,
Las Terreras, la Ortega,
el Alcaraván o el Sisón,
además del Camachuelo Trompetero,
ave vinculada a los oasis saharianos. Áreas de interés y
referencias históricas Quizá,
la mejor forma de conocer la magnitud de esta serranía sea la de
ascender hasta sus cumbres. Desde estos oteros naturales nuestra mirada se perderá en
el horizonte captando un espectáculo lleno de fuertes contrastes y
desde el que se contempla gran parte de la provincia de Almería. Al
Oeste aparecen consecutivas las grandes moles de Sierra de Gádor y
Sierra Nevada. Al Norte podremos obtener una imagen "a vista de pájaro"
del Desierto de Tabernas; sus cárcabas y ramblas dibujan gran parte de
esta inmensa llanura que, pese a su belleza, nos recuerda el papel que
los procesos de desertización y erosión grave pueden tener en el
futuro de nuestra provincia. Al Sur las azules aguas del Mediterráneo
enmarcan a la Ciudad de Almería y a los llanos del Alquian, perdiéndose
al Este frente al macizo volcánico de la Sierra de Cabo de Gata. El
acceso a esta zona puede realizarse a través de una pista que desde
Turrillas nos eleva hasta la cuerda de la montaña. Los accesos a través
de Huebro o del camino que conduce al repetidor de T.V.E. son poco
recomendables, por el estado del firme y la peligrosidad de la senda.
En
la parte más oriental de la vertiente Sur destacan los Baños
de Sierra Alhamilla a los que se accede por una pista asfaltada que
parte desde la carretera comarcal que une las poblaciones de Pechina y
Benahadux. Sus aguas minero-medicinales que emanan a una temperatura de
57º C, fueron declaradas de utilidad pública el 12 de abril de 1.838 y
desde los inicios de esta década se está procediendo a la adecuación
del primitivo balneario y a la explotación comercial del mismo. Su
situación estratégica, desde la que se domina gran parte de la Bahía
de Almería y la presencia del líquido elemento, contribuyeron sin duda
al asentamiento de diferentes pobladores desde la época prehistórica.
Los baños eran ya conocidos desde la época romana, pero su esplendor y
del que quedan numerosos documentos escritos, tuvo lugar con la dominación
musulmana de Almería.
El
Barranco de Inox, al que podemos acceder desde una pista no
asfaltada que se desvía hacia la finca del "Jabonero" en el
kilometro 475 de la A-340, nos
sorprenderá doblemente. Por un lado destaca su paisaje sordo, árido e
inhóspito, que se interrumpe tan solo durante el tórrido estío por el
canto de las cigarras y el de algunas aves llegadas de África como el
Abejaruco y la Carraca,
que anidan en los taludes de sus ramblas. Conforme ascendemos por esta
pista (a veces rambla, otras camino) los "Campos
de Níjar" y la Sierra del Cabo de Gata nos ofrecen una panorámica
diferente en el que los invernaderos, a modo de mares de plástico, han
ido substituyendo el ancestral color ocre que entre cárcabas, ramblas y
torrenteras dominaban esta planicie. A unos 6 kilómetros del inicio de
nuestro recorrido observaremos la presencia de aguas turbulentas que
discurren a través de angostas gargantas de singular belleza, llegando
a transformarse en someros remansos rodeados por choperas cuando el devenir
del curso de la rambla así lo decide. A tan solo unos metros
y a nuestro margen derecho, aparece el último de los enclaves
moriscos de nuestras serranías: el poblado de Las
Matanzas. Al igual que indica su nombre un pequeño grupo de niños,
mujeres y hombres defendieron con sus vidas sus singularidades ideológicas
y religiosas frente al mayor de los ejércitos cristianos de la época.
La
Villa de Níjar nos ofrece el paradigma que suele producir un
prolongado letargo y
aislamiento a lo largo del tiempo.
Entre jarapas y cerámica
artesanales, entre castellanos viejos y moriscos de pro, destaca su
Iglesia mudéjar (s.XVI - XVII), otrora
Mezquita, como el monumento más importante de la misma. Sus callejuelas
divididas en barrios especializados en la realización de diferentes
oficios nos recuerdan a las viejas Medinas de algunos pueblos y ciudades
localizados en el Norte de África. Huebro
situado en la ladera Suroeste de la sierra y al que se accede a partir
de una pista asfaltada de 5 km, que la une con la plaza principal de Níjar,
nos catapulta directamente al pasado; los molinos de agua que jalonan la
rica vega que separa ambos asentamientos y el deambular por sus calles
nos hacen saborear a cada momento su origen
islámico.
La
minería de hierro y plomo, ha sido uno de los aprovechamientos históricos
más recientes y económicamente más importantes.
Durante el siglo
pasado se llego a construir una línea férrea que comunicaba la población
de Lucainena de las Torres
con Aguamarga, donde se
procedía al cargamento del mineral en los barcos que se acercaban a la
línea de costa. Precisamente la primera localidad conserva multitud de
restos de esta importante y efímera industria, destacando una curiosa
formación de hornos de fundición que, con el aspecto de
torreones de vigilancia, se yerguen al margen izquierdo de la
carretera comarcal que une a Lucainena con Turrillas; entre las escorias
de mineral aun se encuentran piritas de hierro de curiosa y rara
cristalización. Recientemente se han vuelto a poner en explotación las
antiguas minas de granates,
situadas en el extremo Sureste de uno de los lugares más singulares de
esta serranía: el "La
Granatilla", como es conocido popularmente. Esta primitiva
caldera volcánica nos ofrece uno de los espectáculos geológicos más
singulares de la provincia. Sus paredes interiores aíslan a un recinto
casi circular de unos 2 Km. de diámetro, salpicados por multitud de
conos de eyección donde se acumulan cenizas, cuarzos, granates,
cristales y otros minerales volcánicos,
entre los que destaca por su rareza la cordierita. El acceso se realiza
por la antigua carretera que unía a Níjar con Carboneras; justo antes
de acceder a la A-340, encontraremos a la izquierda una pista que
conduce a la actual explotación minera, en la que desemboca una rambla
que nos conducirá al interior del cráter. Dadas las especiales
características de este enclave la Consejería de Medio Ambiente ha
propuesto su próxima declaración como Monumento
Natural, dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos por la
Junta de Andalucía.
Y
hablando de monumentos que no debemos dejar de visitar, destaca la megalítica
obra del Pantano de Isabel II. Inaugurado en 1.840 por la propia reina,
pretendía dar agua al "Marquesado
de Campohemoso". La presa, con cien metros de altura y
construida por medio de piedras de cantería, fue sin duda una de las
mayores obras de ingeniería de la época. Sin embargo, su lecho quedó
anegado por lodos y barros, antes de que concluyese el s.XIX. Sus
arquitectos no fueron capaces de predecir los efectos que la
torrencialidad de las lluvias tendrían sobre las desnudas ramblas que
en el confluyen. Para llegar a este pintoresco lugar debemos de tomar la
carretera que comunica las localidades de Níjar y Lucainena de las
Torres. A unos 4 km. veremos una pequeña pista que nos conduce hasta la
presa del pantano, a través de un frondoso bosquecillo de tarayes. Realidad social Los pobladores de Sierra Alhamilla se han dedicado tradicionalmente a la agricultura y a la artesanía, además de ha "espejismos efímeros" como la minería (común a otras sierras almerienses). Pese a la diversidad y riqueza de sus recursos turísticos existen escasas infraestructuras capaces de mantenerlo y menos de enriquecerlo. La pérdida de población joven es una realidad tan lícita como peligrosa. En este sentido, parece necesaria la potenciación desde el sector público y privado de dichas actividades agrícolas y artesanales como base de identidad y diferenciación de la comarca, así como la creación de empresas o cooperativas locales que creen expectativas laborales y dimensionen un turismo rural y de bajo impacto, dentro de fórmulas de "ecodesarrollo" o "desarrollo sostenible". Centralizar únicamente el desarrollo turístico hacia nuestro precioso litoral es tanto como decir que estamos dispuestos a convertirnos en exportadores de pieles bronceadas (o achicharradas) y renunciar a lo más auténtico de nuestras señas de identidad: la cultura. Régimen de protección Gran parte de esta sierra (8.500 Has.), fue declarada en 1989 Paraje Natural por la Junta de Andalucía, incluyendo parte de los municipios de Almería, Turrillas, Pechina, Rioja y Tabernas, aunque la población en el interior del Paraje no supera el centenar de personas. También están catalogadas como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de la U.E. El acceso a ciertas áreas dentro del Paraje y el desarrollo de algunas actividades precisa de autorización por parte de la autoridad administrativa (Consejería de Medio Ambiente). |