2.0.- FACTORES AMBIENTALES QUE INFLUYEN EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA FAUNA Como se comentaba anteriormente, el análisis de las comunidades animales por separado del resto de las formas vivas e inertes dentro de ecosistemas determinados como éste, no tiene demasiado sentido. Sin embargo, este estudio no pretende ser más que una somera introducción a las características generales de las comunidades faunísticas de Sierra Nevada y no persigue el rigor científico de trabajos de mayor rango, sobre todo cuando se dispone de una muy escasa bibliografía temática y de datos personales que se aportan, pero sin protocolos científicos previamente determinados. Por este motivo se obviarán aquellos apartados tratados a lo largo de este curso como son, el medio físico y natural, flora, así como las importantísimas connotaciones antropológicas e históricas que serían esenciales para un estudio integral de la zona. Aun así, se intentará dar una visión genérica sobre la fauna de este macrohábitat, especialmente sobre las comunidades de vertebrados. Los animales, que a diferencia de los vegetales poseen la capacidad de desplazarse en mayor o menor medida, no están tan condicionados como éstos por límites bioclimáticos que quedan supeditados a los cambios estacionales a lo largo del ciclo anual. Una serranía, una montaña, es ante todo una anomalía común del relieve (al menos en España), que conlleva una serie de consecuencias ecológicas importantes. A medida que se gana en altitud las condiciones de desarrollo para la vida se hacen cada vez más limitantes, de manera que en grandes cimas, como las de Sierra Nevada, suele ser frecuente la presencia de microecosistemas perfectamente adaptados y diferenciados de su contorno altutidinal más próximo. De esta forma, pie de monte, laderas y atalayas constituyen biotopos diferenciados que, en orden ascendente, van multiplicando las dificultades adaptativas para las formas vivas capaces de colonizarlas. La temperatura es uno de los parámetros climáticos que más influyen en la distribución de la fauna y sus hábitats. El frió, es un elemento que condiciona la vida en estas alturas. En este sentido debe tenerse en cuenta que por cada 100 metros de ascenso, la temperatura disminuye de los 0,5 C1. durante el estío, a los 0,71C., casi un grado durante el invierno. Otro de los meteoros limitantes para el desarrollo biológico es el viento; las ventiscas en zonas de altas cumbres traen consigo la pérdida de suelo, la erosión del terreno y la incapacidad para que arraiguen substratos vegetales. La insolación y el fotoperíodo juegan papeles fundamentales en la distribución de las comunidades faunísticas; así en las áreas de alta insolación, dependiendo de su situación y altitud, los fitófagos encontrarán un medio apropiado, si las condiciones del suelo lo permiten, para su subsistencia. Sin embargo, este parámetro está a su vez condicionado por fenómenos de inversión térmica propias de las grandes alturas; de manera puede ser normal que el aire caliente ascendente condicione situaciones de frió intenso en áreas con supuestos climas benévolos para la proliferación de un sustrato vegetal, lo que se traduce en paralelas consecuencias para las plantas, que han de invertir sus teóricas posiciones en la montaña, situándose en las cornisas más elevadas y viceversa. La nieve, cuya permanencia en las altas cumbres suele prolongarse durante dos tercios a lo largo del período anual, es otro de los factores de limitación biológica. Su presencia en las estas atalayas facilita y permite la vida de multitud de formas vegetales que, bajo su cobertura térmica, se desarrollan y mantienen vivas durante la épocas de bonanza climática. Los aludes de nieve pueden influir decisivamente en estos ecosistemas, provocando la desolación de las laderas con cubierta vegetal y haciendo desaparecer los signos de vida; la regeneración de un área afectada por un alud puede prolongarse a lo largo de centenares de años y supone la restauración consecutiva de los distintos escalones que formaban el ecosistema primigenio. Los parámetros edáficos o de suelo son otro de los condicionantes de la vida en la montaña, en tanto que de ellos depende directamente el desarrollo de la vegetación. La temperatura en las capas inferiores de suelo útil suele mantenerse estable, mientras que el suelo ligado a la superficie permanece a expensas de la radiación solar directa. Un caso notable lo representan las superficies rocosas que alcanzan altas temperaturas bajo la radiación solar, enfriándose drásticamente tras la ocultación del astro, provocando sistemas de adaptación específica en especies vegetales rupícolas. |