III . LA RAMBLA DE CHIRIVEL

 

La rambla de Chirivel, a su paso por el pueblo, responde fielmente al contexto geográfico que ocupa, es decir, un área de transición entre los paisajes áridos del sureste con amplias y desnudas ramblas labradas por la fuerte erosión de potentes avenidas que han ido expandiendo su espacio y arrastrando materiales, y el cauce húmedo y estrecho de los riachuelos o arroyos manchegos y de las altiplanicies granadinas, que se abren paso entre extensiones de monocultivo cerealístico o encinares.

Pero en la cultura del agua de sus habitantes pesa mas el sur árido, ávido de agua y dispuesto a aprovechar hasta la ultima gota, el legado material y cultural de los antiguos pobladores musulmanes asentados sobre islas de regadío o el espíritu huertano de la cercana Murcia que las influencias que lleguen del norte. Por tanto el entorno físico resultante de la suma del paisaje natural originario mas la transformación derivada de la intervención humana en construcciones hidráulicas y acondicionamiento de tierras a lo largo de siglos, conforma como resultado final un paisaje agrícola mas acorde con su entorno sociocultural y constructivo mediterráneo y árido que con su entorno climático continental de la Meseta manchega.

Están representados, por tanto, todos los sistemas constructivos asociados a la hidráulica tradicional del sureste peninsular para la optimización de la producción agrícola.

El resultado es un paisaje transformado que, tomando como eje a la rambla se extiende hasta los brazales superiores de los caños mas altos y que alcanza su máxima expresión entre el cruce de Oria por Poniente y el pago de la Noria por el levante. En él están incluidas casi todos los elementos materiales que emplea la cultura tradicional del agua para la optimización de los recursos hídricos. Así, en cuanto a sistemas de captación están representadas las boqueras, azudes, caños, minas, pozos, norias, presas y fuentes.

En cuanto a los sistemas de distribución el extenso entramado abarca todo el territorio irrigable descendiendo desde los brazales superiores o acequias madre hasta el caballón del bancal. En cuanto a los sistemas de almacenamiento existió un gran embalse molinero, otro practicado en la rambla en las inmediaciones de la iglesia y multitud de balsas de mediano tamaño para acumular lasa aguas de la tanda o de pequeños nacimientos de minas.

Existieron también sistemas de drenaje que evacuaban las aguas achortaladas y que adquieren especial importancia en los arenales dada la envergadura de estos.

La rambla de Chirivel a su paso por el área cercana al pueblo da lugar por tanto, a un completo y representativo sistema hidráulico que consigue optimizar los recursos hídricos superficiales y subterráneos del cauce generando una importante área de regadío que se extiende a ambos lados de la rambla desde el cauce hasta los brazales superiores, y que ha sustentado la vida de Chirivel desde tiempos remotos.

Este completo sistema hidráulico aunque afectado por el uso de los motores de bombeo y el descenso de las manas, se encuentra en muchos casos en un aceptable estado de conservación y mantiene viva la cultura tradicional del agua bien en el uso actual o en el recuerdo de sus protagonistas.

Dentro de las construcciones hidráulicas, los caños confieren a este área de estudio una especial singularidad debido a su densidad y a la configuración en torno a ellos de los distintos pagos que dividen el territorio en unidades agrícolas y sociales diferenciadas.

En este trabajo pretendemos tratar sobre la cultura del agua tanto en su aspecto material como humano dentro del área de regadío que conforma la rambla de Chirivel desde la carretera de Oria hasta la cortijada de la Noria.

La rambla de Chirivel no tiene la fisonomía propia de una rambla del sureste peninsular. Tampoco se semeja al cauce de la Meseta. Podríamos decir que en este área un híbrido entre ambas si bien pasado el tramo del que tratamos , comienza a adquirir la morfología propia de las zonas áridas

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