1.- INTRODUCCIÓN.

El olvido de nuestra memoria colectiva es una de las peores desgracias que puedan ocurrirnos. Perdemos unas señas de identidad con respecto a un pasado reciente, que fue brillante pero también efímero. Ese fenómeno está muy marcado en nuestra comarca almeriense del Bajo Almanzora.

Cercana a la capital y al resto de la provincia gracias a la importante mejora de las carreteras en los últimos años, esta comarca es, sin embargo, poco conocida desde la óptica de su importante riqueza histórica en dos ámbitos muy específicos: el Patrimonio Tecnológico e Industrial, relacionado con la minería del plomo y del hierro durante el siglo XIX, y el Patrimonio Arqueológico, por los abundantes yacimientos de la cultura argárica.

No olvidemos que cuando hablamos de Patrimonio Histórico no nos estamos refiriendo únicamente a edificios grandiosos y antiguos (los monumentos), convertidos en “tesoros” legados por nuestros antepasados. El Patrimonio Histórico presenta una dimensión mucho más amplia, incluyendo aquellos restos y testimonios del pasado que constituyen la huella histórica y explican la realidad del presente. Tal concepto, amplio y progresista, permite incluir la llamada “arqueología industrial”, o conjunto de testimonios materiales de la actividad industrial y minera desarrollada en nuestro Levante almeriense durante el brillante siglo XIX.

Este desconocimiento y minusvalorización origina una falta de protección jurídica a base de Planes especiales o declaraciones de Bienes de Interés Cultural, por lo que los escasos restos que nos han llegado de cabrias, hornos de fundición o calcinación, galerías de condensación, chimeneas, cables aéreos o embarcaderos, están desapareciendo a pasos agigantados en base a un supuesto “progreso”, sin que la Administración o los ciudadanos hagan absolutamente nada. En realidad desconocemos, en la mayor parte de los casos, su posible valor cultural y sólo se protege lo que se conoce o valora. Este es el objetivo básico de este material didáctico, la difusión de una parcela desconocida de nuestro Patrimonio.

Sirva como muestra del grado de abandono y destrucción, que la histórica laguna de las Rozas de las Herrerías, producto de las filtraciones del Almanzora sobre la gigantesca mina a cielo abierto y símbolo de la minería almeriense del XIX, ha desaparecido por el rellano de tierra de la compañía minera Minersa, así como el conjunto de instalaciones mineras vecinas. Todo ello con la mayor impunidad. Algo debe cambiar.

Vista de la costa.El ámbito espacial estudiado abarca los municipios de Cuevas del Almanzora, Vera, Garrucha, Mojácar y Pulpí, estando delimitado geográficamente por las sierras de Almagro y el Aguilón al Norte, Sierra de Almagrera al Este y el río Aguas al Sur. Este espacio del dominio Levante almeriense constituye una pequeña pero rica franja costera de unos 50 kms. de longitud desde San Juan de los Terreros al municipio de Garrucha, de gran raigambre mediterránea y con señas de identidad propias, que oscilan desde su vocación al mar, hasta su carácter de vía de comunicación al interior peninsular gracias a la cuenca del río Almanozora. La huella mediterránea se marca en la homogeneidad de sus casas de planta baja con balcones y ventanales enrejados, y un encalado blanquísimo.

El espacio físico muestra una elevada aridez, resultado de una escasa pluviometría (unos 190 mm. anuales en Cuevas) y altas temperaturas estivales, propias del clima mediterráneo. El cauce del río Almanzora y la reciente construcción del pantano alivian este adverso medio y permiten desarrollar la agricultura en sus márgenes.

Restos mineros.El panorama comarcal ha cambiado radicalmente en los últimos años. La economía comienza a recuperarse de la grave crisis del desmantelamiento de las explotaciones mineras gracias al “boom” del turismo en la costa, los cultivos intensivos de hortalizas gracias al agua del pantano, y la ubicación en el llamado corredor del Mediterráneo, donde la zona es vía de comercio y conexión con Murcia y el Levante peninsular.

Este futuro prometedor en ningún caso debe implicar romper con el pasado. El conocimiento y difusión del Patrimonio Comarcal debe permitir valorar un legado histórico rico y variado, sobre el que se asienta nuestra realidad actual. Además la personalidad de este Patrimonio Histórico debe ser una fuente más de riqueza y atractivo turístico.